De acuerdo con datos oficiales, históricamente las féminas residentes en esas áreas geográficas del país centroamericano carecían de seguridad, electricidad, agua, servicios sanitarios, atención médica, caminos pavimentados o condiciones de vivienda digna.
El impulso de políticas de beneficio social por el ejecutivo sandinista incluyó la legalización de la tenencia de la tierra, programas de alimentación escolar, nuevas clínicas y hospitales, electrificación, campañas de alfabetización, acceso al agua potable, proyectos de ayuda a las campesinas y de reducción del crimen.
Los planes gubernamentales también inciden en la reducción de las horas de trabajo, promueven el liderazgo y participación de las mujeres en la comunidad y elevan su posición socioeconómica, mediante iniciativas como Hambre Cero, que comprende el suministro de animales, plantas, semillas y fertilizantes.
La propuesta contiene también la entrega de materiales de construcción a féminas residentes en el campo para la autosuficiencia y diversificación de la producción, la mejoría de la dieta familiar y el fortalecimiento de la economía doméstica.
Según las cifras aportadas por las instituciones correspondientes, 275 mil familias pobres resultan beneficiadas con ese programa, más de un millón de personas de un total de casi siete millones de nicaragüenses, y contribuye, asimismo, a la soberanía alimentaria del país.
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