«Me entristece mucho lo que ocurrió en Ruanda en 1994, el genocidio contra los tutsis», escribió en el libro de visitantes el comandante de las Fuerzas de Defensa del Pueblo de Uganda, el tercero en el orden de sucesión del ejército, e hijo del presidente Yoweri Museveni.
Agradezco a los dirigentes del país que establecieron este monumento para que las generaciones futuras no repitan los errores de sus predecesores, añadió Kainerugaba, quien llegó la víspera a Kigali como parte de los esfuerzos por profundizar las relaciones diplomáticas, después que fueron interrumpidas en 2018.
El Memorial del Genocidio de Kigali, que recuerda las más de 250 mil víctimas tutsis, se encuentra en el barrio capitalino de Gisozi.
Kainerugaba también acudió al Museo de la Campaña contra el Genocidio en Kimihurura (CAG), que recoge documentos sobre la lucha por la liberación del Frente Patriótico Ruandés, y luego lanzó balones de baloncesto en el Kigali Arena, el principal recinto deportivo y de actos culturales de esta capital.
Esta es la segunda visita del poderoso uniformado, al que muchos señalan como delfín de Museveni en las elecciones presidenciales de 2026, al vecino Estado.
La anterior la realizó el pasado 22 de enero unos días antes del anuncio de la reapertura de las fronteras terrestres bilaterales, tras casi cuatro años de cierre.
Así se puso fin a incidentes diplomáticos que incluyeron denuncias acerca de que Kampala torturó y asesinó ruandeses, y de apoyo a grupos armados contra la institucionalidad en el vecino país.
Previamente al viaje, el militar tuiteó que viajaría a Kigali «para resolver todas las cuestiones pendientes entre Ruanda y Uganda».
No obstante, ninguno de los países publicó reseña alguna sobre los temas que hablaron Kagame y Kainerugaba.
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