Burns es el jefe del mayor difusor de mentiras y desinformación del mundo, divulga la gran falsedad de que la invasión rusa de Ucrania fue «no provocada», puntualizó la publicación en un artículo suscrito por Jeremy Kuzmarov.
El informe precisó que en una audiencia del Senado, el alto funcionario abordó las presuntas amenazas a la seguridad nacional a principios de marzo y tachó de “propaganda rusa” las pruebas de que Estados Unidos provocó con engaños la invasión para generar una nueva Guerra Fría.
«En todos los años que pasé como diplomático de carrera, vi demasiados casos en los que perdimos guerras de información con los rusos», dijo Burns, admitiendo que tergiversan lo que ocurre sobre el terreno.
La gran mentira de Estados Unidos, remarcó, se centra en la afirmación de una agresión rusa no provocada, algo que contrasta con los intentos de Moscú de evitar lo que es hoy una realidad.
Estados Unidos provocó aún más la guerra al negarse a acatar la legítima exigencia de Putin de que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) no se ampliara a Ucrania ni a ningún lugar más alejado de la frontera rusa, en contra de la promesa hecha en 1990 por el secretario de Estado estadounidense James A. Baker, y que la Casa Blanca ignoró.
Washington también armó y equipó al ejército ucraniano con armamento letal durante años, incluidos los misiles antitanque Javelin, y la CIA entrenó a las unidades paramilitares en técnicas de francotirador y guerra irregular, tal vez los mismos que ahora matan a pobladores civiles para culpar a los rusos.
El analista planteó que en el centro de la actual guerra de información se encuentran las acusaciones sobre atrocidades a gran escala, ataques de falsa bandera y guerra química de las que se acusa infundadamente a Moscú y son parte de la campaña orquestada por Burns, e incluso los medios occidentales tocan fibras de sensibilidad al poner niños como víctimas.
Ahora los medios hacen que los rusos parecieran los únicos malos de la guerra al no informar sobre las atrocidades ucranianas, como el lanzamiento por parte de Kiev de un proyectil con municiones de racimo en el centro de la ciudad de Donetsk, que mató a decenas de civiles.
Esos medios tampoco informaron de cómo los hombres del batallón Azov arrastraron de sus coches a los civiles que intentaban salir de Mariupol y luego los mataron a tiros, como se captó en un vídeo, agregó Kuzmarov, lo que es parte de la engrasada maquinaria para demonizar a las fuerzas rusas.
Además, se culpó a Rusia de bombardear un cine de Mariupol en el que se habían refugiado los residentes, cuando los informes de testigos presenciales decían que fue obra de nuevo de militantes de Azov asociados al ejército ucraniano, según informó Covert Action.
En el pasado, la CIA plantó a periodistas y financió revistas intelectuales, algo que hace bajo el disfraz de la National Endowment for Democracy (NED), denunció Covert Action.
Las declaraciones de Burns indican que los medios de comunicación del país se alistaron en la guerra de la información de forma inequívoca. Se cerró RT News y las principales publicaciones, como el New York Times, repiten como loros las opiniones del Departamento de Estado sobre la guerra, atribuyendo cualquier crítica a la política estadounidense a la desinformación rusa.
Estados Unidos, a través de la CIA, desarrolla un esfuerzo adicional para propagar más ampliamente la desinformación sobre Ucrania, algo que consigue sembrar dudas, incluso, en personas que reconocen la historia de manipulación de los expertos estadounidenses.
Citó el informe de la revista el libro Falsehoods in a Time War, en el que Sir Arthur Ponsonby proporcionó un modelo de propaganda que podría resumirse así en falsos argumentos y mensajes que entre otros presentan al adversario como culpable de la guerra y el enemigo es intrínsecamente malo y se parece al diablo, en este caso los rusos.
Asimismo en la campaña se utilizan otros mensajes como: El enemigo comete atrocidades a propósito, nuestros percances son involuntarios, el enemigo utiliza armas prohibidas, nosotros sufrimos pequeñas pérdidas, las del enemigo son enormes, artistas e intelectuales reconocidos apoyan nuestra causa y nuestra causa es sagrada, entre otros.
Detrás de esta bien engrasada maquinaria de mentiras está Burns, un experto diplomático y hoy jefe de la CIA, y los medios occidentales que son usados, voluntaria o involuntariamente, para demonizar a Rusia y a su presidente, Vladimir Putin.
mem/lb