Marta Denis Valle
Historiadora, periodista y colaboradora de Prensa Latina
Antes de partir a la que calificó de guerra necesaria, José Martí hizo escala en la República Dominicana, donde redactó en la humilde vivienda del mayor general Máximo Gómez, el documento rubricado por ambos, titulado El Partido Revolucionario Cubano a Cuba, el cual pasó a la historia con el nombre de Manifiesto de Montecristi.
Suscrito el 25 de marzo de 1895, fue elaborado cuidadosamente, al punto de que en las Obras Completas de Martí aparece la versión publicada en imprenta y, entre corchetes, las tachaduras que hizo el autor en borradores del original para ganar en claridad y precisión. (1)
“La revolución de independencia, iniciada en Yara después de preparación gloriosa y cruenta, ha entrado en Cuba en un nuevo periodo de guerra, en virtud del orden y acuerdos del Partido Revolucionario en el extranjero y en la Isla, y de la ejemplar congregación en él de todos los elementos consagrados al saneamiento y emancipación del país, para bien de América y del mundo”, así empieza.
En carta a sus amigos y colaboradores Gonzalo de Quesada y Benjamín Guerra, con fecha en el mismo lugar el 28 de marzo, Martí asegura que complacerá a ustedes saber que, luego de escrito el Manifiesto, no ocurrió en él un solo cambio; y que sus ideas envuelven a la vez, aunque proviniendo de diversos campos de experiencia, el concepto actual del general Gómez, y el del Delegado.
Era criterio de Martí que al inicio de la contienda, la primera campaña política española sería para reducir la guerra, restarle cuanto pudiera favorecerla.
Se trataba de comenzar una recia batalla ideológica, en la cual resultaría vencedor quien lograra convencer, con argumentos lógicos e históricamente fundamentados, a los sectores mayoritarios de la población y a los elementos políticamente vacilantes.
DIVULGACION DEL MANIFIESTO
Les envía el documento de unas 15 cuartillas para ser publicado “en imprenta que no sea nuestra” y con el mayor sigilo dada la urgencia de introducirlo en Cuba; impriman –dice-, un número considerable, 5,000 por lo menos; 10,000 o más deben ser: “cada español debiera recibir uno, y todas las sociedades y grupos de cubanos negros”, añade.
A los periódicos, nuestros o americanos, no se ha de dar el manifiesto sino cuando ya haya razón para suponerlo en Cuba, apunta.
Recomienda también, en sobres especiales y papel de marca, enviarlo a todas las presidencias de república, a los presidentes bajo sobre privado, así como a los secretarios y subsecretarios de relaciones extranjeras, y a todos los periódicos hispanoamericanos.
En víspera de su llegada a suelo cubano, escribe el 10 de abril de 1895, desde Cabo Haitiano, a sus colaboradores Gonzalo y Benjamín: “…no perdonen esfuerzo para esparcirlo en Cuba. De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento”.
CONTENIDOS
El Manifiesto expone el carácter y finalidad de la guerra emancipadora que estalló en Cuba, el 24 de febrero de 1895; la actitud de la Revolución y de la futura república respecto a los españoles; cómo ha de constituirse, organizarse y desenvolverse la República, con la misma participación e iguales derechos y deberes, de blancos y negros.
La guerra de independencia de Cuba, –destaca- nudo del haz de islas donde se ha de cruzar, en plazo de pocos años, el comercio de los continentes, es suceso de gran alcance humano, y servicio oportuno que el heroísmo juicioso de las Antillas presta a la firmeza y trato justo de las naciones americanas, y al equilibrio aún vacilante del mundo.
Honra y conmueve pensar que cuando cae en tierra de Cuba un guerrero de la independencia, abandonado tal vez por los pueblos incautos o indiferentes a quienes se inmola, cae por el bien mayor del hombre, la confirmación de la república moral en América, y la creación de un archipiélago libre donde las naciones respetuosas derramen las riquezas que a su paso han de caer sobre el crucero del mundo, sentencia.
En el párrafo final expresa:
“Y al declarar así en nombre de la patria, y deponer ante ella y ante su libre facultad de constitución, la obra idéntica de dos generaciones, suscriben juntos la declaración, por la responsabilidad común de su representación, y en muestra de la unidad y solidez de la revolución cubana, el Delegado del Partido Revolucionario Cubano, creado para ordenar y auxiliar la guerra actual, y el General en Jefe electo en él por todos los miembros activos del Ejército Libertador.
Montecristi, 25 de marzo de 1895.
(1) Martí José. Obras Completas. Tomo 4 (Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975)
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