Suscrito por Ted Galen Carpenter, investigador principal de estudios de defensa y política exterior en el Instituto Cato y editor colaborador de The American Conservative, el informe subrayó que apenas se conoce la magnitud de las medidas agresivas tomadas por el Pentágono y la CIA para escalar la confrontación.
Galen citó un artículo del corresponsal de seguridad nacional de Yahoo, Zach Dorfman, en el que elogia a las agencias de inteligencia estadounidenses por predecir con precisión el problema.
Agregó que Dorfman inadvertidamente destacó el alcance de las provocaciones militares de Washington en Ucrania durante el período anterior al estallido de las hostilidades. Esas medidas, remarcó, fueron mucho más allá de la desacertada decisión política de la administración de George Bush y sus sucesores de impulsar la admisión de Ucrania en la OTAN.
Durante años, indicó, el Kremlin dejó muy claro que invitar a Ucrania a ingresar en la OTAN supondría cruzar una línea roja que amenazaba los intereses vitales de seguridad de Rusia.
En los últimos años Washington escaló sus relaciones con Kiev con medidas que incluyeron tres mil millones de dólares en «ayuda a la seguridad» en el país desde 2014, incluidos misiles antitanques Javelin, ejercicios militares conjuntos entre tropas estadounidenses y ucranianas.
En su artículo Dorfman documentó el alcance de otras medidas militares provocativas que Washington llevó a cabo con respecto a Ucrania, dijo Galen.
Incluso, apuntó, la inteligencia estadounidense y ucraniana participaron en operaciones cibernéticas ofensivas conjuntas contra objetivos del gobierno ruso, según antiguos funcionarios.
Hay que preguntarse si los dirigentes estadounidenses fueron tan arrogantes y obtusos que creyeron que esas misiones podían llevarse a cabo sin que Rusia se enterara de ellas. Si es así, se trató de un grave error de cálculo, si no de una metedura de pata épica, puntualizó Galen.
Por el contrario, agregó, si los responsables políticos de las administraciones de Obama, Trump y Biden se dieron cuenta de que Moscú se enteraría de la colaboración de los servicios de inteligencia y militares, entonces adoptaron una serie de provocaciones extraordinariamente imprudentes.
Es difícil explicar por qué los funcionarios estadounidenses y los miembros de la élite de la política exterior no pudieron o no quisieron comprender que Moscú tendría una reacción similar a las provocaciones de Washington en Ucrania, si ello fuera promovido por Rusia en Canadá o México.
Subrayó el experto de Cato que los funcionarios de Estados Unidos y de la OTAN utilizaron a Ucrania como un peón estratégico contra Rusia y ahora echan humo por la decisión de Moscú de ir a la guerra.
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