La llegada a la nación antillana del Santo Padre tuvo lugar en el año del aniversario 400 del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, y de esa manera el país se convirtió en uno de los pocos del mundo en recibir la visita de los tres últimos representantes de la iglesia católica.
Durante casi una hora en el Palacio de la Revolución, el entonces presidente de los Consejos de Estado y de Ministros intercambió con Joseph Ratzinger, en reunión que demostró el buen estado de las relaciones entre Cuba y el Vaticano y el interés del Gobierno en continuar fortaleciendo los nexos con las diversas instituciones religiosas existentes en la isla.
El Obispo de Roma arribó al país desde México el 26 de marzo por el aeropuerto de la oriental provincia de Santiago de Cuba y allí agradeció a Raúl la acogida del pueblo y las autoridades.
Sobre la preparación de la visita, Eduardo Delgado, entonces embajador de la nación caribeña en el Vaticano, refirió recientemente en televisión local las largas jornadas de trabajo logístico, entrega de visas para la tripulación y el personal que acompañó al Papa, así como a la organización en general del viaje.
En el balance general de su agenda en la isla resalta el encuentro sostenido con el líder histórico Fidel Castro en la Nunciatura Apostólica en La Habana, donde intercambiaron sobre asuntos del ámbito ecológico, cultural, científico, religioso y los problemas que enfrentaba la humanidad.
En ese sentido, Delgado enfatizó en el magnetismo producido en el intercambio de estas dos personalidades, dedicadas al estudio en profundidad de estas materias.
El sumo pontífice realizó dos multitudinarias misas en las plazas de la Revolución Antonio Maceo y José Martí, de Santiago de Cuba y La Habana, respectivamente, además de honrar a la Virgen de la Caridad en su Santuario de la Basílica de El Cobre.
Al término de su visita, abordó cuánto agrava la situación de la población cubana el impacto de las medidas económicas restrictivas impuestas por el gobierno de los Estados Unidos.
“Me llevo en lo más profundo de mi ser a todos y cada uno de los cubanos, que me han rodeado con su oración y afecto, brindándome una cordial hospitalidad y haciéndome partícipe de sus más hondas y justas aspiraciones”, dijo momentos antes de partir por el Aeropuerto Internacional José Martí de la capital.
El viaje del Papa a México y Cuba en 2012 constituyó su segunda visita a América Latina, tras la efectuada a Brasil en el año 2007.
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