La desescalada incluye la no exigencia de mascarillas en los comercios y la posibilidad de acudir a restaurantes y cines sin necesidad de presentar un certificado de vacunación o un test negativo a la enfermedad.
En ese contexto los gobiernos regionales tendrán potestad para prescribir algunas acciones de protección en caso de un aumento repentino de los contagios con el virus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad.
Por su parte el ministro de Sanidad, Karl Lauterbach, instó a los ciudadanos a emplear mascarillas en las tiendas y otros espacios interiores para “protegerse a sí mismos y a los demás».
Una Ley de Protección de Infecciones aprobada en marzo prevé que los distritos o regiones con una incidencia muy alta puedan declararse «foco» e introducir medidas más estrictas.
Pero varios estados gobernados por la oposición conservadora reclamaron el poder para de imponer restricciones severas y prorrogar las restricciones, aunque a la postre aceptaron la línea del Gobierno central.
De su lado el Instituto de virología Robert Koch dio por superado el pico del actual rebrote, mientras el país experimenta un descenso en las hospitalizaciones.
No obstante, muchos centros médicos afirman estar al límite de su capacidad y reportan además muchas bajas entre el personal sanitario.
Como consecuencia Lauterbach y el RKI propusieron reducir la duración del aislamiento de los contagiados a cinco días, medida que también fue objeto de duras críticas por parte de organizaciones del sector.
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