Del 4,7 por ciento fijado a principios de año, los pronósticos bajaron hasta un 2,5 por ciento, marcados por el «impacto de la guerra y las políticas relacionadas», declaró la directora general del organismo, Ngozi Okonjo-Iweala, durante una entrevista con la cadena británica BBC.
La economía mundial lidiará con consecuencias graves, pero una vez más los Estados pobres serán los principales afectados, alertó.
“Sufrirán más por las restricciones de suministro de alimentos relacionadas con el conflicto, que inevitablemente harán subir los precios”, amplió.
Según Okonjo-Iweala, aunque Rusia y Ucrania solo representan el 2,5 por ciento de las exportaciones mundiales de mercancías, estas son muy significativas en ciertos sectores como los granos, especialmente el trigo y el maíz.
Aseguró estar preocupada por la gestación de una crisis alimentaria, “por el hambre que se avecina” y pronosticó la continuidad de las presiones inflacionarias a corto y medio plazo.
Durante las últimas semanas los precios de los alimentos y otros productos básicos se dispararon: las consecuencias del conflicto y de las sanciones diseñadas desde Occidente para castigar a Rusia se sumaron a dificultades acumuladas durante dos años y medio de Covid-19, lo que provocó problemas en las cadenas de suministro e inflación.
Varias naciones africanas experimentaron alzas en los precios de los alimentos de entre el 20 y el 50 por ciento, alertó el Banco de Desarrollo de ese continente.
En paralelo, metales, fertilizantes y combustibles alcanzaron máximos históricos desde el inicio de la operación en Ucrania.
En ese contexto, economistas alertan que la intensidad de la guerra económica contra Rusia tendrá consecuencias nefastas para la economía mundial, un escenario donde existen factores y condiciones para el estallido de otra crisis en 2022.
jha/att