En un comunicado conjunto, las cuatro instituciones alertaron sobre los efectos del conflicto entre Rusia y Ucrania –y las sanciones desde Occidente- sobre los precios globales de los alimentos, que alcanzaron en marzo su máximo histórico desde 1990 a raíz de interrupciones en las exportaciones de trigo y otros cereales.
Otra vez la amenaza es mayor para los países más pobres que consumen alimentos importados, pero las naciones de ingresos medios donde se concentran la mayoría de los pobres del mundo también son vulnerables, agregaron.
Por tanto, exhortaron a la comunidad internacional a coordinarse para ofrecer subvenciones, alimentos y ayuda financiera a los países más necesitados y asistencia para los pequeños agricultores, que se enfrentan a dificultades para sacar adelante sus cosechas por los altos precios de los pesticidas.
Además, insistieron en la necesidad de mantener las fronteras abiertas para el comercio y no imponer restricciones en la exportación de ciertos alimentos o de pesticidas, sobre todo los productos con los que cuenta PMA para ayudar a las naciones más pobres.
Según datos de Naciones Unidas, los dos países en conflicto representan más de la mitad del suministro mundial de aceite de girasol y un 30 por ciento del de trigo. Solo Ucrania produce más de la mitad del trigo que usa PMA en el programa para combatir el hambre.
Cada aumento del uno por ciento en los precios de los alimentos hará que 10 millones de personas caigan en la pobreza extrema, indicó el BM.
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