Marta Denis Valle
Historiadora, periodista y colaboradora de Prensa Latina
Los nombres de Bahía de Cochinos y Playa Girón saltaron a los medios de prensa internacionales hace poco más de medio siglo como escenario de uno de los sucesos históricos trascendentes, recordado siempre por los cubanos.
Eran los tiempos de viajar a todas partes con el uniforme miliciano –a los centros de estudio o trabajo- y el fusil al hombro, a veces más mujeres que hombres, porque ellos pasaban semanas y meses en las trincheras y los entrenamientos militares.
La mañana del sábado 15 de abril nadie tuvo tiempo de pensar en la belleza del cielo y el aire aún fresco que ya anunciaba la primavera…
El ruido de aviones pintados con los símbolos de la naciente Fuerza Aérea Revolucionaria (FAR), explosiones y humo negro perturbaron y ensombrecieron las inmediaciones del aeropuerto militar de Ciudad Libertad, a la misma hora de incursiones similares en la Base Aérea de San Antonio de los Baños y en Santiago de Cuba.
PRELUDIO DE LA INVASION MERCENARIA
Una gran concentración de milicianos hubo el 16 de abril de 1961, en la zona de unión de la Avenida 23 y Calle 12, en el Vedado capitalino, próximo al Cementerio Cristóbal Colón, donde fueron sepultadas ocho personas (un soldado rebelde y siete milicianos artilleros), muertas el día anterior a causa del ataque aéreo.
De ese lugar miles de los presentes partieron hacia sus puestos de combate y no hay duda en afirmar que las fotos de muchos de ellos se encuentran en el Museo de Girón entre los que perecieron.
La declaración del carácter socialista de la Revolución, a solo horas del desembarco mercenario en 1961, representa uno de los factores políticos decisivos de la batalla de Playa Girón, cuya trascendencia rebasa su momento histórico.
La víspera del 17 de abril de 1961 -día del inicio de la invasión por Bahía de Cochinos, Ciénaga de Zapata- ocurrió este momento definitorio, vitoreado por miles de personas, en su mayoría soldados y milicianos con sus fusiles en alto, cerca de la Necrópolis de Colón.
No hubo sorpresa cuando en el sepelio el máximo líder Fidel Castro advirtió la inminente amenaza de invasión y proclamó el carácter socialista de la Revolución.
«Lo que no pueden perdonarnos los imperialistas -dijo Fidel el 16 de abril de 1961-, es la dignidad, el valor, la firmeza ideológica, el espíritu de sacrificio y el espíritu revolucionario del pueblo de Cuba. «Eso es lo que no pueden perdonarnos, que estemos ahí en sus narices, ¡y que hayamos hecho una Revolución Socialista en las propias narices de los Estados Unidos!», afirmó.
La dirección revolucionaria comprendió que era el preludio de la invasión y por cada lugar de la extensa costa cubana estuvieron apostados pelotones de observación y uno de estos reportó el inicio del desembarco en la Bahía de Cochinos de los mercenarios de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos.
Antes del amanecer los combatía en tierra el batallón de milicias de Cienfuegos y en el aire ya estaban cuatro de los pocos aviones de la FAR.
En horas de la mañana despegó en su Sea Fury monomotor el piloto internacionalista nicaragüense Carlos Ulloa (1929-1961); entabló combate y fue derribado por un Avión B-26 enemigo.
La brigada invasora 2506 disponía de las armas más modernas y efectivas del ejército estadounidense, el factor sorpresa y un lugar ideal para establecer una «cabeza de playa», con solo tres vías de acceso terrestre a través de pantanos.
Quizás el principal error estuvo en subestimar las fuerzas y motivaciones de los que vencieron en Playa Girón.
Sus integrantes fueron entrenados en Retalhuleu, Guatemala, y partieron de Puerto Cabeza, Nicaragua, mientras que su fuerza aérea dispuso de la base estadounidense de Oppalocka, en la Florida.
DESEMBARCO MERCENARIO
En el sitio de los hechos se ofrecen hoy detalles de lo acontecido en Playa Larga y Playa Girón (Bahía de Cochinos) y sus alrededores, los días 17, 18 y 19 de abril de 1961.
Se trataba de un lugar aislado, en la zona costera de la Ciénaga de Zapata (el mayor humedal del Caribe), en el sur de la provincia de Matanzas.
Por allí comenzó el desembarco a las 02.30 hora local del 17 de abril de la denominada Brigada 2506, formada por alrededor de mil 500 hombres. El último punto en poder de los invasores, Playa Girón, cayó el 19 de abril a las 5.30 de la tarde.
Los paracaidistas lanzados en puntos de acceso a las únicas vías existentes, se proponían impedir la llegada de tropas del Ejército Rebelde y batallones de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y de las Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR) para dar tiempo a consolidar una «cabeza de playa» donde instalar un gobierno fantoche que pediría la intervención de Washington.
El 22 de marzo de 1961 había sido creado ese equipo por iniciativa de la administración de John F. Kennedy, presidido por José Miró Cardona e integrado por Manuel Antonio (Tony) de Varona, Manuel Ray, Justo Carrillo y Carlos Hevia, políticos de la época neocolonial.
La Ciénaga de Zapata, una de las regiones más aisladas de Cuba, fue el punto seleccionado por la CIA para ejecutar la Operación Pluto.
A lo largo y centro de la Península de Zapata (actual sur de la provincia de Matanzas) se halla la Ciénaga de Zapata, una superficie de 195 mil hectáreas desde la costanera norte a la costanera sur, con una franja rocosa a la orilla del mar.
Poco después del triunfo revolucionario del 1 de enero de 1959 quedaron construidos dos poblados (Cayo Ramona y Caletón de Buenaventura), tres centros turísticos (Playa Larga, Playa Girón y Aldea Taína en la laguna del Tesoro) y un aeropuerto en Girón.
A pesar de los pantanos fueron tendidas carreteras que comunicaban la zona hacia el exterior e internamente.
Entre los lugares previstos para el desembarco estuvieron también la Isla de Pinos (hoy Isla de la Juventud) y la ciudad de Trinidad; la primera resultó desechada luego de ser fortificada militarmente y la segunda, al aniquilar las fuerzas cubanas las bandas de contrarrevolucionarios alzados en las montañas vecinas.
LA NÓMINA MERCENARIA
Washington reclutó una tropa mercenaria entre antiguos propietarios y funcionarios de la tiranía de Fulgencio Batista derrocada el 1 de enero de 1959, junto a ex presidiarios y ex militares, algunos con crímenes pendientes de juicio y castigo.
La CIA mezcló en un mismo saco a torturadores y criminales prófugos con aquellos que se proponían recuperar cargos en la vida pública y propiedades nacionalizadas por el Gobierno Revolucionario Cubano, cuya compensación económica rechazaron.
De los mil 500 hombres de la Brigada 2506 resultaron capturados las dos terceras partes al fracasar la invasión financiada por Washington.
Las bajas de los agresores fueron más de 200 muertos y mil 197 prisioneros. Además, quedaron destruidos 12 aviones, dos buques de transporte y tres barcazas; otro buque y tres barcazas resultaron averiados. También les ocuparon técnica y armamento de diferente tipo.
Alimentación y alojamiento y un salario mensual (libre de impuestos) de 175 dólares recibió cada participante soltero, y 225 dólares, si estaba casado, con un suplemento de 50 dólares por el primer hijo y 25 por cada una de las demás personas bajo su abrigo.
Muchos magnates contrarrevolucionarios vinieron personalmente o enviaron a sus hijos, a otros familiares y allegados, pues tal era la confianza en el éxito de los planes de la Casa Blanca, la CIA y el Pentágono para destruir la Revolución Cubana.
La nómina comprendía a 100 latifundistas, 24 grandes propietarios, 67 casatenientes, 112 grandes comerciantes, 35 magnates industriales, 89 altos funcionarios de empresas, 415 de las capas medias y 112 lumpens, parte de ellos con antecedentes penales.
Entre los 194 ex militares apresados, se encontraba el jefe de la brigada mercenaria, José Alfredo Pérez San Román (ex capitán del ejército batistiano).
Además, los ex comandantes José Martínez Suárez y Jaime Varela Canosa; los ex capitanes Salvador Zeigenhirt Menéndez, Carlos Jorge Nasser, José Manuel Vives Spíndola, Harry Pérez Hernández y Juan Antonio Santamarina Bermúdez.
Manuel Artime Buesa, terrorista, fue jefe civil de la brigada mercenaria.
En la lista estaban también siete primeros tenientes, 11 segundos tenientes, 19 sargentos, 14 cabos y 59 antiguos soldados y policías.
Según se esclareció en el proceso judicial por la invasión mercenaria, hubo varios autores de torturas y horribles crímenes -prófugos de la justicia-, que fueron juzgados por separado en juicios públicos transmitidos por la televisión.
El día 24 de abril de 1961, el Presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, aceptó la responsabilidad como jefe de estado y ordenó a los miembros de su gabinete abstenerse de culpar a otras personas por el fracaso del plan invasor concebido por la anterior administración republicana Eisenhower-Nixon.
HEROISMO SIN LÍMITE
El derroche de heroísmo constituyó un factor importante en la Victoria de Girón, a un alto costo en muertos y heridos a causa de la agresión contrarrevolucionaria.
Muchos de esos combatientes, al transitar por las estrechas carreteras, rodeados de pantanos, sirvieron de blancos perfectos cuando enfrentaban a la fuerza invasora, reclutada, entrenada, armada y pagada por Estados Unidos.
Hubo centenares de heridos entre los combatientes y pobladores civiles y 50 quedaron incapacitados para el desempeño de sus funciones.
De los 176 muertos de la parte cubana (entre civiles y militares), más de 150 perecieron en acción o fallecieron por las heridas recibidas; su promedio de edad era 24,7 años.
Una fuerte motivación patriótica y revolucionaria impulsó a los centenares de combatientes cubanos, en su mayoría jóvenes, a pelear sin tregua en condiciones adversas y vencer en tres días y dos noches a un enemigo bien armado, incluso con aviación.
De no haber primado esa convicción, hubiese sido prácticamente imposible desalojar, capturar y derrotar a los mercenarios de la brigada 2506 que ocuparon Playa Larga, al fondo de la Bahía de Cochinos, y Playa Girón, al este de la misma.
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