Según cifras de la Oficina Nacional de Estadística, en 2020 las cubanas eran solo el 26,1 por ciento de quienes trabajan en el sector no estatal, puntualizó la investigadora del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana Dixie Edith Trinquete.
La sobrecarga de trabajo doméstico y de cuidados sobre hombros femeninos influye en la distribución del trabajo, pues muchas abandonan sus empleos para cumplir estos roles, dijo.
Para ellas resulta más complejo echar a andar un negocio propio pues no siempre se creen capaces ni tienen bases sólidas, apuntó Marilys Sayas, directora de la Revista Muchacha.
“Sin dejar de lado que aún cargan con dobles jornadas de trabajo, la crianza de los hijos, la atención de los adultos mayores, la administración del hogar y tantas otras funciones”, confirmó.
Pero no solo hay desafíos al iniciar sus proyectos. Según Georgina Alfonso, directora del Instituto de Filosofía y coordinadora del espacio feminista Berta Cáceres, a nivel global esos espacios suelen reproducir la división sexual del trabajo, la selección poco inclusiva del personal y diferencias salariales.
Las emprendedoras corren el riesgo de permanecer en el lugar donde las ubica el patriarcado, reproducir relaciones de poder machistas y mercantilistas, perder la autonomía, minimizar tiempos de disfrute y desvalorizar su autonomía personal, detalló Alfonso.
Desde su perspectiva, los principales desafíos pasan por convertir esos nuevos proyectos en espacios de empoderamiento económico, político, ético y jurídico para las mujeres, donde no falte la cooperación, la solidaridad, la sororidad y los encadenamientos con similares.
Convocado por los proyectos Enlaces y En tus propias manos, en alianza con la Editorial de la Mujer, la Cámara de Comercio de Cuba, el Gobierno Provincial de La Habana y la asociación española #MujeresImparables, el evento “Ellas Emprenden” acoge durante dos días debates sobre economía, responsabilidad social, liderazgo, capacitación, innovación y labores de cuidado.
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