Marie Curie, una de las figuras brillantes del siglo XX
El 20 de abril de 1902, los esposos Pierre y Marie Curie lograron aislar con éxito las sales de radio radiactivas del mineral pechblenda en su laboratorio de París.
Ocurrió cuatro años después de que ambos descubrieran el elemento junto con otro conocido actualmente como polonio y que la científica nombró así en honor a su Polonia natal.
Muy pronto el descubrimiento del radio tuvo consecuencias importantes, tanto en la medicina práctica como en la física teórica.
Lo que hoy llamamos “radioterapia”, es decir, la aplicación de radiactividad al cuerpo humano enfermo, por medio del elemento radio, permite la lucha contra determinados tumores malignos y alteraciones de tipo inflamatorio o degenerativo en la piel, algunos órganos internos y articulaciones.
A diferencia del uranio y el polonio, el radio no se produce libremente en la naturaleza, y Marie Curie y su asistente Andre Debierne refinaron laboriosamente varias toneladas de pechblenda para aislar una décima parte de cloruro de radio puro en 1902.
Con los resultados de esas investigaciones, se le concedió a Marie el doctorado en ciencias en junio de 1903 y más tarde ese mismo año compartió el Premio Nobel de Física con su esposo y su par francés A. Henri Becquerel. Fue la primera mujer en ganar un Premio Nobel.
En 1910, la experta finalmente logró aislar el radio puro y metálico, hallazgo por el cual recibió otro Nobel en 1911, pero de Química, convirtiéndose así en la primera persona en ganar dos de esos galardones.
La pasión por los laboratorios y el descubrimiento de nuevas sustancias parecía haberse transmitido genéticamente.
La hija mayor de los Curie (Irène) y su esposo Frédéric Joliot, en los años treinta, condujeron a la obtención de un gran número de isótopos artificiales: radioisótopos.
A nivel teórico, los progresos en el estudio de la radiactividad hicieron posibles trabajos posteriores para identificar las radiaciones alfa, beta y gamma producidas espontáneamente en cuerpos radiactivos y la concepción de los modelos atómicos.
Sin embargo, los apuntes de Curie son tan relevantes y casi inaccesibles como peligrosos.
A día de hoy, los cuadernos se encuentran en los sótanos de la Biblioteca Nacional de Francia bajo varias capas de plomo y se estima que seguirán así por al menos mil 500 años, el tiempo medio en que tardarán en desintegrarse los átomos de radio.
Curie murió en 1934 por una anemia aplásica, probablemente resultado de su frecuente exposición al radio y al polonio, cuyas muestras llevaba a menudo en el bolsillo y así todo lo relacionado con ella que aún se conserva, debe guardarse con precauciones extra y en cajas de plomo.
Su propio cadáver, el primero de una mujer en ser sepultada por sus propios méritos en el Panteón de París, la célebre tumba de las glorias de Francia, necesitó un sarcófago de plomo con casi una pulgada de grosor para evitar que escaparan al ambiente los átomos radiactivos que emanan de la llamada «madre de la física moderna».
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