Mañana estarán otra vez convocados a las urnas casi 49 millones de ciudadanos, para unas elecciones que enfrentarán a un político de 44 años empeñado en mostrarse desde una visión centrista, a medio camino entre el capitalismo salvaje y las inquietudes sociales, y una diputada de 53 años enfrascada en disimular su postura ultraderechista.
La primera vuelta de las votaciones, el 10 de abril, puso ante los franceses esas opciones, aunque la mayoría de ellos quería evitar la reedición del duelo electoral del 2017, una visión denominada “Ni Ni”, ni cinco años más de Macron, ni la llegada al poder de la extrema derecha.
Ambos políticos utilizaron hasta la medianoche del viernes, cuando cesó de manera oficial la campaña para la segunda ronda, todas las vías de comunicación posibles para presentarse como el mejor camino para una Francia golpeada por la pandemia de la Covid-19 y las consecuencias del conflicto en Ucrania.
Quiero convencer a mis compatriotas hasta el último segundo, el 24 de abril será un referéndum sobre Europa, sobre la ecología, sobre el laicismo, dijo ayer el jefe de Estado, quien lleva semanas acusando a Le Pen de encarnar a la extrema derecha y a los valores anti-republicanos.
En ese sentido, prometió ampliar y unir, a partir de un programa diferente para un período diferente, dispuesto a demostrar “con quién sé gobernar, de derecha a izquierda”.
Por su parte, Le Pen esgrimió en la jornada previa al silencio electoral que votar por Macron sería hacerlo por “el caos”, cuando la población tiene ante sí la posibilidad de escoger otro camino, que ponga fin a la “democracia fallida” en la que se convirtió Francia.
Podemos reencontrar el respeto y la concordia, pero no lo lograremos con la misma persona, subrayó la aspirante por tercera vez al Palacio del Elíseo.
Las encuestas otorgaron siempre al presidente ventaja sobre su rival, y al cierre de la campaña la proyección si situó en torno al 55-57 por ciento de los sufragios a su favor, un margen mucho menor que el conseguido hace un lustro, cuando ganó con el 66 por ciento.
Para el analista político y director general delegado de Ipsos France, Brice Teinturier, si bien el triunfo de Macron parece ser el escenario más probable, no debería asumirse como el único.
Hay elementos a considerar para una elección bien cerrada e incluso una victoria de Le Pen, en particular la inclinación de los abstencionistas de la primera vuelta (cerca de 13 millones) y el voto que ejerzan los más de siete millones de seguidores de Jean-Luc Mélenchon, advirtió.
Los sondeos reflejaron una ausencia a las urnas mañana de alrededor de un 30 por ciento de los votantes, más de 14 millones de franceses, lo que explica la cruzada de los contendientes para conquistar el corazón de personas decepcionadas de los políticos.
El domingo a partir de las 20:00, hora local, se conocerán los estimados preliminares de las presidenciales, un resultado bastante confiable suministrado por las encuestadoras, que precede por algunas horas al cómputo final a cargo del Ministerio del Interior.
Resumiendo las propuestas de los candidatos, Macron ofrece un país con su destino ligado a la Unión Europea (UE) y la independencia energética y agrícola en la mira, el impulso al enfrentamiento al cambio climático y una reforma de jubilación polémica por el aumento de la edad de retiro, con el desafío adicional de que sobre sus espaldas recaen los problemas del último quinquenio.
Para Le Pen es más fácil en ese sentido proyectar su visión de país, sustentada en los fracasos y errores del mandatario, con una postura más independiente de la UE y la promesa de revertir el aumento del costo de la vida, con medidas como la reducción o la eliminación de los impuestos sobre combustibles y productos de primera necesidad.
Sin embargo, su discurso anti-inmigrante y en buena medida anti-musulmán, los comentarios acerca de la abolición de la pena de muerte y la reforma del espacio Schengen y su pasado radical, están muy presentes en la mente de los franceses, aun cuando la diputada se esforzara para bajar el tono.
De hecho, por estos días se escucha más en Francia la consigna de bloquear la llegada de la extrema derecha al Elíseo, que la de apoyar a Macron en la repetición de un duelo indeseado, pero real y fruto de la voluntad expresada en las urnas el 10 de abril.
car/wmr