Ave imposibilitada para volar, constituye el único animal festejado en dos momentos diferentes, en este caso, también el 20 de enero como Día de la Conmemoración de esta criatura, originaria de Nueva Zelanda.
El Día Mundial del Pingüino tiene lugar en esta fecha debido a que marca el comienzo de la migración anual rumbo norte, trayecto desde la Antártida hasta zonas más cálidas, donde se alimentan durante el invierno, para luego retornar al sur, tras la llegada de la siguiente primavera.
De las 18 especies de esta ave marina, cinco disminuyeron drásticamente el número de ejemplares en los últimos años.
Según estudios científicos, la población mundial aún supera los 11 millones, pero esa cifra está en declive debido, directa o indirectamente, a la afectación de su hábitat natural.
La importancia de sensibilizar a la opinión pública sobre la difícil situación de los pingüinos está implícita en esta conmemoración, pues el derretimiento de los hielos del sur, la acidificación de los océanos y el crecimiento de su nivel, colocan en desventaja a muchas especies de la Tierra.
Agraciados y galantes, poseen una postura muy erguida, como los humanos, pero sus patas son muy cortas.
Estudios previos revelaron que su peculiar forma de andar es, de hecho, la más eficiente de trasladarse en tierra, y cuando balancean su cuerpo de lado a lado aplican fuerzas a la derecha y a la izquierda.
De las 18 especies, el más alto y corpulento resulta ser el pingüino emperador (Aptenodytes forsteri), endémico de la Antártida, junto con el género adeliae.
Este robusto animal puede superar el metro veinte de altura y los 45 kilogramos de peso, mientras, los más pequeños son los azules (Eudyptula minor) de 30 ó 35 cm, y menos de 1.5 kilos, residentes en las costas neozelandesas.
Para celebrar el Día Mundial de esta especie es importante valorizarla como un ave que cumple un rol fundamental en el equilibrio de los ecosistemas y por ese motivo resulta imperioso protegerla y evitar su extinción.
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