Ante la tumba del héroe, varios excompañeros y seguidores de su lucha evocaron a quien el líder revolucionario Schafik Handal considerara «uno de los jóvenes comandantes más intrépidos, decididos, inteligentes y valientes».
De padre cubano y madre salvadoreña, García murió con apenas 22 años de edad, emboscado por las fuerzas represivas en los albores del conflicto armado que desangró esta nación centroamericana entre 1980 y 1992.
Tras su nombramiento como jefe guerrillero en el Cerro de Guazapa, Feliciano fue a despedirse de su madre y su hermano, pero tras una delación unos 100 militares rodearon la vivienda y la acribillaron, sin dejar sobrevivientes.
Carlos Martínez, secretario general del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), y el exalcalde Simón Paz, ratificaron a Feliciano como un símbolo de las históricas relaciones de hermanda entre los pueblos de Cuba y El Salvador.
Similares sentimientos expresó el padre del mártir y héroe popular salvadoreño, el coronel retirado cubano Roberto García, en un emotivo mensaje grabado para expresar su gratitud al FMLN por mantener vivo el legado de Feliciano, enviado desde La Habana, Cuba.
La investigación para el libro «Comandante Feliciano: una historia de amor y revolución», del periodista cubano Raimundo López, permitió esclarecer las circunstancias en que cayó en desigual combate Tomás Roberto.
Por ejemplo, varios testigos entrevistados por López relataron que los cadáveres de Tomás y su hermano Raúl yacían en la sala de la casa con varias heridas de bala, y encontraron a la madre en la cocina, con un disparo a quemarropa de fusil en la cabeza.
«En su breve e intensa vida, Feliciano logró, junto a sus actividades revolucionarias, graduarse de agrónomo, ser campeón nacional y centroamericano de esgrima, subcampeón nacional de ajedrez y pianista concertista», resaltó López, curtido corresponsal.
El Salvador sufrió durante 12 años una guerra civil entre la Fuerza Armada y la guerrilla del FMLN, que dejó unos 75 mil muertos y miles de desaparecidos.
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