La historia de la diplomacia revolucionaria cubana no puede escribirse sin contar entre sus más preciadas páginas, la actuación brillante e innovadora de Ricardo Alarcón de Quesada, escribió la embajada de La Habana en Rumanía, en las redes sociales.
Alarcón se desempeñó como ministro de Relaciones Exteriores de 1992 a 1993; fue embajador de Cuba ante la ONU; y por 20 años presidió la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento) de Cuba.
Al Maestro de los diplomáticos de nuestra generación, le guardaremos siempre profundo respeto, admiración e infinito afecto. Gracias por el privilegio y el honor de haber sido sus discípulos, expresó la vicecanciller Josefina Vidal, en su cuenta en Facebook.
Su ejemplo y su quehacer quedan como su legado a las actuales y futuras generaciones de cubanos. «La Muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida»: José Martí, reza otro mensaje circulado por las redes sociales por el periodista Humberto López.
Alarcón es recordado como «verdadero revolucionario; por su antimperialismo, su fidelidad a Fidel y Raúl, al Partido y el pueblo».
oda