Si bien el país atravesaba por una aguda crisis económica, conocida popularmente como Periodo Especial, desde el primer día consideró a la isla como “mi lugar en el mundo”, convivió durante varios años en la barriada capitalina de Nuevo Vedado y laboró para varios medios de comunicación en el área.
Como parte de su trabajo, Vidal encontraba a Fidel en algunas coberturas oficiales, no obstante, recuerda particularmente la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno de las 21 naciones miembros, celebrada en La Habana entre los días 15 y 16 de noviembre de 1999.
En aquella oportunidad, tras un “sorteo” de credenciales, le tocó el Palacio de la Revolución para la cena con los presidentes invitados. Durante la ceremonia de bienvenida a los mandatarios regionales, el dirigente cubano saludó a los periodistas acreditados al encuentro.
“La pedí disculpas porque en ese momento Carlos Menem quien gobernaba Argentina era uno de los aliados de Estados Unidos en el intento de boicot a la cumbre, junto con el nicaragüense Arnoldo Alemán. Fidel, con su humor característico, me dice que con mi presencia los argentinos no podían estar mejor representados”, confesó.
Durante una entrevista con Prensa Latina, reveló que en aquella oportunidad el líder de la Revolución cubana le firmó un billete de 20 pesos, instantánea tomada por Liborio Noval e inmortalizada en la solapa de su más reciente libro Fidel como un colibrí, con prólogo del cantautor Silvio Rodríguez.
Vidal apreció un vínculo de mucha simpatía y una química especial en los intercambios posteriores, incluso, el Comandante en Jefe le concedía informaciones exclusivas o conversaba con él por varias horas como sucedió tras el discurso de cierre del X Foro de Sao Paulo, realizado en esta capital del 4 al 7 de diciembre.
“Hablaba de vinos y yo intervine varias veces. Luego me explica que debe irse pues tenía una cena con cuatro periodistas”. En ese encuentro participó también Diego y aquella conversación devino en la obra antes mencionada, cuyo título recuerda el texto El colibrí de Eduardo Galeano.
La “cena” empezó a las seis de la mañana y concluyó a las dos de la tarde; el argentino solo contaba con un casete para aquella conversación, aunque sabía que los encuentros con Fidel no eran breves ni mudos, fue entonces cuando el mozo incluyó en su servicio algunas cintas magnéticas.
De aquella plática, el estadista cubano conservó la grabación. “Le gustaba hablar, pero también preguntar y eso era un desafío para el interlocutor porque uno tenía que estar seguro de la respuesta. Dialogamos, entre otros temas, sobre la guerra de guerrillas en la Sierra Maestra y su vida personal”, acotó.
Según el autor de Humo Azul, el entonces presidente mostraba un vasto conocimiento de la historia, geografía y geopolítica mundial y sabía, además, la cotidianidad del cubano y los detalles del día a día; algunas ideas expresadas en aquella ocasión aparecieron en medios de la época.
Tras el fallecimiento de Fidel, el 25 de noviembre de 2016, ideó con la editorial Nuestra América elaborar agendas conmemorativas a partir de aquella entrevista con la inclusión de las imágenes de Roberto Chile y la transcripción de Diany SantaCruz, en ese momento corresponsal de Telesur en Caracas, Venezuela.
«Fue de esos personajes históricos y políticos que cualquier periodista desearía entrevistar. Era fascinante dialogar con él y a la vez un desafío. Cuando murió, lloré como si hubiera sido alguien de mi familia y lamenté el cierre de un ciclo relacionado con su figura y la Revolución Cubana», refirió.
De acuerdo con Vidal, fue humano, sensible y receptivo y consideró al Centro Fidel Castro Ruz, ubicado en el Vedado como un espacio para visibilizar su espíritu y presencia, «igual sucede en las calles, sentimos su ausencia, pero siguen vivas sus enseñanzas». oda/dgh