El proceso está centrado contra la compañía aérea yemenita (Yemen Airways) bajo la hipótesis principal de un error humano, imputable a los pilotos, todos fallecidos en la tragedia de la que solo sobrevivió Bahia Bakari, entonces una niña de 12 años.
Aunque se mencionó que el avión involucrado, un A-310 que cubría la ruta Saná-Moroni, tenía tiempo de sobreexplotación, investigaciones apoyadas en la información de las cajas negras recuperadas semanas después del fatídico 30 de junio del 2009, sugieren que ni el estado del aparato ni el clima fueron los factores determinantes.
En ese sentido, atribuyeron el accidente a acciones inapropiadas de la tripulación durante la aproximación al aeropuerto de Moroni, provocando la pérdida de control de la aeronave.
Sin embargo, otras pesquisas citaron el mal tiempo imperante entonces en las cercanías del archipiélago de Comoras, lo que habría causado la caída del avión en el océano Índico, donde milagrosamente fue rescatada Bakari.
Según medios de prensa franceses, la sobreviviente testificará en el juicio el 23 de mayo.
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