Ni siquiera el toque de queda vigente en Mogadiscio, la capital, es garantía suficiente para evitar que comandos del grupo militante al Shabaab realicen atentados en las cercanías de la carpa Aficio, donde se realizará la votación probablemente en dos rondas.
Los 54 miembros de la Cámara del Senado y los 275 de la Cámara Baja estarán bajo custodia de tropas de la Misión de la Unión Africana en Somalia. El lugar es un hangar militar adjunto al aeropuerto internacional de Aden-Adde.
Aunque nadie espera milagros, después de vivir en un país con más de tres décadas de inestabilidad política, diversos sectores sí esperan que se escoja a alguien que pueda sacar al país de la encrucijada.
No está claro quien pueda salir elegido. El actual presidente Mohamed Abdullahi «Farmajo» está entre los posibles favoritos pero antes deberá romper el adagio de que en los cinco comicios anteriores nadie fue reelegido.
Incluso los ex jefes de Estado Hassan Sheikh Mohamud (otro que podría inclinar la balanza) y Sheikh Sharif Ahmed tendrían que recorrer primero camino nuevo antes de recuperar el cargo.
La mayoría de los 39 presidenciables, aunque se rumora que dos se retiraron para apoyar a otros, son prácticamente desconocidos en la política local. Del total solo una es mujer: Fawzia Yusuf Haji Adam.
Para el portal Somaliguardian es probable que a una segunda votación pasen menos de 10 aspirantes, toda vez que es poco posible que alguno capitalice el favor de la mitad más uno de los 329 diputados.
Entre los que mencionó la fuente se cuentan Farmajo, cuyo mandato venció en abril del año pasado sin encontrar sucesor, pues la justa de enero de 2021 tuvo sucesivas dilaciones hasta este domingo.
Se unirían al trío el exmandatario Mohamud (quien goza del apoyo de varios diputados que a priori estaban con el actual gobernante) y el presidente del estado regional de Puntlandia, Saeed Abdullahi Deni, quien se centró en un discurso un tanto ambiguo de estabilidad política y económica.
Incluso podrían producirse alianzas de última hora y no se descartan hasta el pago de sobornos monetarios o la promesa de cargo.
Más allá de quien sea el escogido, el nuevo jefe de Estado deberá tratar de atajar de inmediato el casi libre accionar del grupo militante al Shabaab en zonas rurales del centro y el sur del país, y un incremento de sus ataques en la capital.
Por si fuera poco deberá enfrentar la amenaza de sequía que se cierne sobre siete de sus casi 16 millones de habitantes en un contexto de exiguos recursos en las arcas estatales de un país sumido en la ingobernabilidad desde que en 1991 derrotaron al ya fallecido presidente Mohamed Siad Barre.
Los parlamentarios tienen la última palabra y el escogido contará con cuatro años para demostrar si fue la carta idónea.
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