En declaraciones a esta periodista, hace ya varios años, Fumero contaba cómo preparó su primer desfile en menos de 20 días y el ascenso de su carrera, iniciada de forma autodidacta en los primeros años del presente siglo e impulsada mediante el Fondo de Bienes Culturales.
Durante su infancia, mientras otras niñas jugaban con las muñecas, Jacqueline las tenía como modelos para idear atuendos creativos y si bien, en su juventud eligió los estudios de medicina por tradición familiar, las habilidades manuales y la aptitud innata, la aventuraron al derrotero de la moda, el diseño y la elegancia.
“Cuando hablamos de lucir bien no significa, necesariamente, que estemos en tacones y trajes las 24 horas del día. Representa, además, limpieza y cuidado del cabello”, advertía en aquella oportunidad la profesional, cuyas piezas decoraron habitualmente espacios como la Feria Nacional de Artesanía (Fiart).
Desde la primera colección, su hija fue la imagen protagonista, “sin ella no soy yo; cuando me dice que le gusta, ya estoy tranquila”, e imprimió a su obra un carácter atemporal, la inclusión continua de los nuevos estilos y su intuición sobre tendencias, estampados y tonalidades.
“No tengo tiempo de sentarme y crear. Mis musas despiertan ante la premura de organizar pasarelas y stands para diversos eventos como Arte Moda y la Semana de la Moda en Lion. Me inspiran las personas y la vida”, afirmaba entonces la versátil creadora.
En sus piezas textiles y de bisutería resultaron constantes la distinción, modernidad y sencillez. “Mis batas cubanas y mis guayaberas son diseños actuales. Rompo con estereotipos y conceptos predeterminados para evitar la monotonía. Hay colores que siempre están presentes: blanco, negro, rojo y turquesa”, aseguró.
Jaqueline Fumero consideraba que la principal cualidad de un diseñador era su capacidad de soñar y los deseos por concebir, aunque sea con lo imprescindible.
“Un artista es un soñador. Por ejemplo, mi proyección es que Cuba alcance un lugar cimero en la moda internacional, al nivel de países como Italia, Francia y Reino Unido. Existen profesionales muy capaces de lograrlo”, expresó Fumero, defensora de ese arte hasta sus últimos días.
A su juicio, su labor estaba encaminada a la mujer cubana: “siempre ha sido muy distinguida, cuidadosa y deviene patrón para el resto de las féminas del mundo. Para mí el mejor halago es que en las citas foráneas, los asistentes sepan que yo nací en esta isla”, concluyó.
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