Estos eventos tienden a ocurrir en los mismos lugares cada año, pero sabemos muy poco sobre los efectos a largo plazo en la salud, explicó Scott Weichenthal, profesor asociado en el Departamento de Epidemiología, Bioestadística y Salud Ocupacional.
Las personas que vivían a 50 kilómetros de los incendios forestales tenían una incidencia un 10 por ciento mayor de tumores cerebrales y un 4,9 por ciento superior de cáncer de pulmón que aquellas ubicadas más lejos, describieron los autores en la revista estadounidense The Lancet Planetary Health.
Los estimados confirman que tales fenómenos se volverán más comunes, intensos y duraderos a medida que cambia el clima, y los reconocen como un peligro para la sanidad en todo el mundo.
«Muchos de los contaminantes emitidos por los incendios forestales son carcinógenos humanos conocidos, lo que sugiere que la exposición podría elevar el riesgo de cáncer en los humanos», subrayó Jill Korsiak, estudiante de doctorado en el laboratorio del profesor Weichenthal.
Además de los impactos en la calidad del aire, también contaminan los ambientes acuáticos, del suelo y de interiores, advirtieron los participantes. Si bien algunos vuelven a sus concentraciones normales poco después de que el fuego dejara de arder, otros productos químicos pueden persistir en el medio ambiente durante largos períodos de tiempo, incluidos los metales pesados y los hidrocarburos.
“La exposición a contaminantes ambientales nocivos podría continuar más allá del período de quema activa a través de varias vías de exposición”, remarcó el catedrático Weichenthal.
Aún así, necesitamos profundizar para comprender la compleja mezcla de contaminantes ambientales liberados durante los incendios forestales y trabajar más para desarrollar estimaciones a largo plazo de los efectos crónicos en la salud, señalaron en el texto.
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