Son muchos los que evocan aquella noche en que la convocatoria para el encuentro con Fidel Castro movilizó a miles desde los municipios y desde los puntos más remotos de esta trama urbana, en una inmensa masa humana que desafió las sombras y los aguaceros.
Ya en la Plaza, cómo olvidar al líder histórico de la Revolución expuesto bajo la lluvia para compartir, una vez más, la suerte con su pueblo, en las buenas, en las malas, en los grandes y los pequeños detalles. Al colmarse la enorme explanada, se adelantó la hora del inicio al filo de las 07:00, hora local.
“Dije que todos le responderíamos al señor W. Bush. Nuestros niños, nuestros adolescentes, nuestros jóvenes estudiantes; nuestros obreros, campesinos, profesionales; nuestros periodistas, historiadores, artistas, intelectuales, científicos; los combatientes de ayer y de hoy…”
Con esas palabras comenzó su discurso, en el cual aludió “a los jóvenes, los adultos, los ancianos, y de modo especial las madres, los hijos, los familiares allegados de todos los que han sufrido en carne propia y en la de sus seres más queridos 43 años de brutal terrorismo…”
Fidel Castro continuaba así la reacción popular, que ya tenía antecedentes en las ciudades de Sancti Spíritus y Holguín, ante los pronunciamientos del mandatario estadounidense en Miami, a los cuales calificó de groseros y en los que insultó, mintió y amenazó.
El colmo, puntualizaba, era que hubiera dicho que a esas enormes concentraciones, las personas que pretendía “liberar” habían acudido por la fuerza.
Fue una jornada excepcional la que vivieron los santiagueros y habitantes de cercanas provincias orientales en aquella mañana de sábado, que fue recordada en la peña La Sierra, convocada por la Cátedra Pensamiento y Obra de Fidel Castro en la Universidad de Oriente.
En su sede habitual, en el histórico Salón de los Vitrales de la Plaza nombrada por el Titán de Bronce, se juntaron protagonistas del acontecimiento y jóvenes que apenas se empinaban a la vida entonces.
Las vivencias desgranadas trajeron de vuelta a quien nunca se ha marchado de la ciudad y cuyo legado de intransigencia revolucionaria tuvo elevada expresión hoy en la reafirmación expresada por el presidente Miguel Díaz-Canel ante la arbitraria exclusión de la IX Cumbre de las Américas.
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