Comenzaron a levantarlo en el Vedado habanero en febrero de 1954 y, al finalizar 28 meses después, devino -según la literatura especializada- el inmueble de hormigón más alto del mundo, solo superado por Marinelli, de Sao Paulo, Brasil.
Sumó 36 pisos (39 niveles), 10 mil metros cuadrados de área total -dos mil 500 fabricados y siete mil 500 de parque, 373 apartamentos, una cisterna de 300 mil galones de agua, piscina, ocho elevadores, y un estacionamiento soterrado para 500 autos.
Los proyectistas, dirigidos por el ingeniero Luis Sáenz, el arquitecto Ernesto Gómez, los también ingenieros Bartolomé Bestard y Gustavo Bécker, concibieron que vivieran y laboraran en sus áreas unas cinco mil personas.
La inversión requirió de investigaciones especiales, desde encuestas socioeconómicas en la zona hasta consultas con médicos sobre los efectos de las vibraciones y oscilaciones, contó el historiador de la construcción Juan de las Cuevas.
El diseño, dada la altura, consideró los vientos, acrecentados por la cercanía al mar, y previó que la estructura solo se moviese 10 centímetros bajo el azote de ráfagas de 240 kilómetros por hora, algo apenas perceptible por los vecinos.
Otro de los elementos destacables consistió en que, no obstante al elevado tamaño, nunca incluirían el empleo de grúas, pues el hormigón posibilitaba alzar el edificio con muros continuos desde sus cimientos.
La apertura del Focsa, nombre derivado de la compañía ejecutora Fomento de Obras y Construcciones, Sociedad Anónima, acaparó la atención mediática por la novedad tecnológica, lo cual generó la era de los inmuebles altos de La Habana.
En 1957 mereció la Medalla de Oro del Colegio de Arquitectos la torre Retiro Médico, conformado con seis plantas para oficinas, salones de actos y conferencias, más otras 19 de tres apartamentos cada una.
Ese año comenzó las operaciones el hotel Habana Riviera (400 habitaciones y 71 metros de altura), mientras el actual Habana Libre, originalmente Habana Hilton, abrió sus puertas el 19 de marzo de 1958 con 126 metros y una cifra superior a los 570 cuartos.
Entre un grupo de más de 30 obras, la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción decidió incluir en febrero del 1997 al Focsa en la selecta lista de siete maravillas de la ingeniería civil.
A sus 66 años se yergue aún dueño del tiempo y la memoria, como una pequeña ciudad dentro de otra, impetuoso, abierto, moderno, atractivo, icónico, con vistas privilegiadas, cual joya orgullo capitalino, de Cuba.
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