Los partidarios del presidente reelecto en abril, Emmanuel Macron, no lograron el mes pasado la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, lo cual genera entre sus consecuencias la fragilidad de la primera ministra Elisabeth Borne, asediada por la oposición.
En el centro de la polémica está el voto de confianza, que en condiciones normales seguiría a la declaración de política que realizará Borne el miércoles en una sesión extraordinaria del Hemiciclo, donde expondrá las prioridades de trabajo del gobierno para el segundo quinquenio de gestión de Macron.
La convocatoria a la sesión parlamentaria en el Diario Oficial no recoge este procedimiento, una tradición de la V República, que comenzó en 1958, sin estar registrado en la Constitución como un paso obligatorio.
Hace unos días, el líder de La Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, instó a la primera ministra a solicitar el voto de confianza a la Asamblea, o enfrentarse a la amenaza de una moción de censura.
Es cierto que no es obligatorio, pero los grupos parlamentarios podrían presentar la moción, que de adoptarse derrocaría al gobierno, subrayó.
Sin embargo, en el Hotel de Matignon, la sede del primer ministro, y el ejecutivo apuestan por el suspenso, por lo que sigue indefinido lo que sucederá el miércoles en el Palacio de Borbón, instancia de 577 escaños en la que el oficialismo quedó a unos 40 diputados de lograr el control absoluto.
No tomaremos una decisión de prisa, debemos reflexionar antes, expuso Borne, mientras la portavoz gubernamental Olivia Grégoire señaló a la cadena BFM TV que no hay aún definición al respecto.
La opinión pública parece favorable a la continuidad de la primera ministra en el cargo, aunque al mismo tiempo considera que debería someterse al voto de confianza de los diputados, según una encuesta de Odoxa Backbone Consulting para el diario Le Figaro, divulgada ayer.
El sondeo mostró que el 51 por ciento de los franceses apoya la continuidad, mientras el 66 aboga por el ahora polémico voto de confianza.
Macron transita por un camino incierto, a menos que logre pactar con fuerzas en la Asamblea Nacional que le garanticen la mayoría absoluta.
El jefe de Estado es apenas el segundo de la V República que lidia con la falta de dominio absoluto en la Asamblea, después de que enfrentara ese escenario en 1988 François Mitterrand.
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