«Los saberes de Peter Brook se hicieron hace mucho parte del vocabulario cotidiano del hacer y entender el teatro, tal es su inmortalidad», escribió Valiño en su perfil de la red social Twitter.
El intelectual instó ante la «muerte física» de Brook la revisión del documental «El funambulista», una clase magistral del célebre creador recogida en un material audiovisual de su descendiente Simon Brook.
El nombrado ídolo británico de las tablas legó una obra impresionante al frente del conjunto Les Bouffes du Nord en Francia y puso sus conocimientos a disposición del gremio en los países que recorrió.
Numerosos especialistas coinciden en llamarlo «reinventor del arte de la dirección», padre, guía eterna para los teatristas, y Dios del espacio vacío por su capacidad de lograr un escenario improvisado e impulsar el acto teatral.
La nación cubana y los artistas en especial recuerdan a Brook, quien mantuvo relación con la creación en la isla y recibió varios homenajes de parte de instituciones como la Cinemateca de Cuba durante el 16 Festival Internacional de Teatro de La Habana.
El director teatral también dominó las técnicas del cine, el cual le resultaba «una forma mucho más difícil (…), justamente porque no es tan maleable”, pero no le impidió debutar en la grabación de Sentimental Journey en 1943 y La ópera del vagabundo diez años después.
Luego vinieron muchos otros largometrajes entre los que se destaca, de acuerdo con valoraciones de la crítica, «la sorprendente adaptación» de El señor de las moscas (1963) y el filme Tell Me Lies (1968) sobre la guerra de agresión de Estados Unidos contra Vietnam.
Su constante experimentación lo llevó a incursionar en la ópera donde dejó piezas como Claude Debussy (Pelleas), Modest Músorgski (Boris Godunov) y Georges Bizet (La tragedia de Carmen), está última con versión después para cine.
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