Activistas citados por el diario al-Watan informaron sobre la llegada de una columna de vehículos y camiones con material logístico de los uniformados a los municipios de Manbej y Ain Arab (Kobani), ambos controlados por las llamadas fuerzas democráticas de Siria (FDS), de mayoría kurda, y que Ankara amenazó con lanzar una ofensiva para tomarlos.
Los refuerzos, según las fuentes, incluyen tanques de guerra, artillería pesada y vehículos militares con cientos de soldados, estimados en 550 por medios kurdos, y se desplegaron en las cercanías de pueblos ubicados en las líneas de contacto con el ejército turco y sus milicias locales.
Paralelamente, aviones de transporte militar rusos aterrizaron en el aeropuerto de la ciudad de Qamishli en el nordeste del país, y los mismos llevaban paracaidistas que se unieron al escuadrón de la Fuerza Aérea Rusa en esta base aérea.
Según analistas y medios, el aumento del número de militares rusos en Qamishli confirma la voluntad del Kremlin de hacer frente a cualquier movimiento militar turco hacia las zonas fronterizas, que presencian desde hace un mes vuelos intensos de cazas y helicópteros.
Durante el pasado mes de junio, Moscú envió aviones y sistemas de defensa antiaérea a Qamishli, en el nordeste de esta nación árabe.
A petición del gobierno, Rusia despliega desde 2015 un contingente de fuerzas que ayudaron al ejército sirio a liberar la mayor parte del territorio nacional de la amenaza terrorista.
Tanto Rusia como Irán intentan mediante esfuerzos diplomáticos frenar la ofensiva que prometió Turquía lanzar para ocupar una granja fronteriza de 30 kilómetros de profundidad en territorio sirio bajo el pretexto de liberar estas zonas de las milicias kurdas que Ankara considera una amenaza para su seguridad.
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