Como parte de su agenda, Mohamud se reunirá con su homólogo keniano, Uhuru Kenyatta, para tratar asuntos de interés común para los dos países.
Igualmente, dialogará con representantes de la diáspora somalí en el país de África oriental.
Desde que fue elegido en la madrugada del 15 para el 16 de mayo, el jefe de Estado ya viajó a Emiratos Árabes Unidos y Turquía, y más reciente fue a Eritrea, donde se encontró con soldados somalíes que recibieron entrenamiento secreto por casi tres años y se daban como desaparecidos.
Mohamud debió ir a Nairobi el pasado 5 de junio, en ocasión de la reunión de la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo, cuando se esperaba que Kenya y Somalia firmaran un acuerdo de servicios aéreos que desbloquearía el comercio de khat, una planta con características sicotrópicas y cuyas hojas se mastican.
Ninguna de las partes aclaró si el pacto se firmará en esta ocasión.
La visita del presidente somalí a Nairobi marca el deshielo de las relaciones entre los dos países, que fueron tensas durante los dos últimos años del mandato de Mohamed Abdullahi «Farmajo».
Tales vínculos se vieron afectados por una larga disputa fronteriza marítima, así como por las acusaciones somalíes de que Kenya se inmiscuye en sus asuntos, mientras que Nairobi acusó a Mogadiscio de utilizarla como chivo expiatorio de sus propios problemas políticos y de seguridad.
Acerca de los soldados somalíes en Eritrea, el mandatario dijo que pronto se reunirían con sus familias, aunque antes podrán comunicarse vía telefónica.
Mohamud, sin aclarar una fecha concreta, dijo que los uniformados regresarán a casa para participar en una ofensiva destinada a liberar el país de los insurgentes de al Shabaab.
Somalia vive en la inestabilidad política desde que en 1991 milicias afines depusieron al ya fallecido presidente Mohamed Siad Barre.
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