En la noche del 15 de julio de 2016, la organización terrorista FETO arremetió contra las estructuras nacionales para establecer un régimen radical y fundamentalista y leal solo a su cabecilla Fethullah Güllen, afirmó ante la prensa Esgel en la sede diplomática turca en esta isla caribeña.
Ese día, recordó, unidades militares enemigas del gobierno ocuparon posiciones clave como el Puente del Bósforo en Estambul, mientras aviones de combate y helicópteros bombardearon objetivos estratégicos: el Parlamento, el complejo presidencial y los cuarteles del Ejército y la Policía.
En ese contexto miles de civiles salieron a la calle para detener el intento de golpe de Estado sin precedentes que se saldó con 251 civiles inocentes muertos y miles de heridos.
Esgel calificó ese hecho como una victoria heroica del pueblo en defensa de la democracia, algo que, según sus palabras, los conspiradores no previeron.
Los enemigos del presidente Recep Tayyip Erdogan y su entonces primer ministro, Binali Yıldırım, reunieron a cerca de ocho mil soldados, pero la creación de FETO se remonta a finales de la década de los sesenta, bajo el pretexto de ser un “movimiento religioso” con la finalidad de promover la educación y el diálogo.
De esa forma infiltraron el Ejército, las fuerzas del orden, el poder judicial y numerosas instituciones gubernamentales.
Un arsenal compuesto por 35 aviones, tres barcos, 37 helicópteros, 246 vehículos de guerra y cuatro mil armas pequeñas, fue desplegado en la madrugada del 15 de julio por las fuerzas leales a FETO, pero la enérgica y rápida intervención del pueblo frustró el golpe a la mañana siguiente, afirmó el embajador.
Tras esos hechos el gobierno de Erdogan comenzó una limpieza del sector público, incluidas las instituciones gubernamentales, militares y del sector privado, de todas aquellas personas y empresas afiliadas a las organizaciones terroristas.
Algunos conspiradores resultaron detenidos, mientras otros escaparon de la justicia y encontraron refugio en países extranjeros como el líder de FETO, Fethullah Güllen, quien reside hoy en los Estados Unidos pese a que el gobierno de Turquía lleva años solicitando su extradición.
Otros miembros de su organización viven en naciones europeas, pero el reclamo de Ankara sobre su devolución no ha sido escuchado.
En ese contexto la Cancillería turca circuló un escrito al cual tuvo acceso Prensa Latina donde dice que el terrorismo no tiene nacionalidad, etnia o religión (…) Es una amenaza a la humanidad en su conjunto y por tanto, la respuesta debe ser unitaria y decidida.
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