Por coronel ® Nelson Domínguez Morera (Noel)
Ocupó responsabilidades de dirección en los cuerpos de Seguridad del Estado
A lo largo de los años, el pastor y miembros de su organización apoyaron a la isla, incluidas múltiples acciones en el propio territorio de Estados Unidos como cuando en el aeropuerto de Miami auparon a las autoridades olímpicas, cubanos en su tránsito por aquella terminal.
Cuando a finales de 1995 el gobierno norteamericano garantizó al Comité Olímpico Cubano (COC) las condiciones mínimas exigidas para que sus atletas concurrieran a los XXVI Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, viajamos a ese país en dos ocasiones antes de la magna cita deportiva.
Lo hice en mi calidad de Jefe de la Seguridad de la Delegación de Cuba a los Juegos, cargo público que por demás autoriza el COI a todas las delegaciones concurrentes a partir de los sangrientos hechos acontecidos en la Olimpíada de Múnich, muchos años atrás.
En uno de esos viajes acompañé al entonces presidente del COC, el inolvidable Manuel González Guerra; a Reynaldo González, también ya fallecido, presidente del Instituto Nacional de Deportes y Recreación en ese momento y otros compañeros de la institución deportiva.
Ante la premura que imponía el viaje para concretar la coordinación a causa de la demora que, como siempre, ocasiona la política de bloqueo de Washington, tuvimos que viajar a Estados Unidos en una pequeña avioneta en vuelo charter La Habana-Miami, y desde allí entonces en ruta comercial seguir hacia Atlanta.
En medio del desacostumbrado procedimiento, apreciamos tras nuestro arribo al aeropuerto internacional de esa ciudad, un movimiento inusual de simpatizantes de la Revolución cubana que de manera espontánea se congregaron para dar la bienvenida.
Igualmente para asistir en la tramitación a aquel reducido número de funcionarios gubernamentales cubanos que de manera imprevista llegó a Miami a fin de continuar su traslado al estado de Georgia, en cuya capital, Atlanta, se desarrollarían los juegos.
Los miembros de la reducida delegación consideraron se trataba de compañeros de la brigada Antonio Maceo o del grupo Areíto, que siempre presididos por el infatigable cubano-estadounidense Andrés Gómez, se destacaban por su solidaridad en tierras norteamericanas.
Pero cuál no fue la sorpresa cuando al darle las gracias e intercambiar abrazos y apretones de mano, algunos se identificaron también como integrantes de la agrupación de Lucius Walker y sus conocidos Pastores por la Paz.
Ya después, en pleno desarrollo de la Olimpiada y durante los más concurridos partidos de béisbol, también vimos en las graderías a Lucius y a Andrés, al frente de sus tropas solidarias.
Desafiaban a los acostumbrados odiadores de Miami, quienes con el pretexto de las avionetas derribadas luego de la provocación en los cielos cubanos a principios de 1996, querían amedrentar a los integrantes de la delegación y escamotearle los éxitos que se obtenían, no solo en ese deporte en el cual se logró el oro.
La delegación cubana obtuvo un destacado sexto lugar por países en aquellos memorables Juegos Olímpicos que fueran inaugurados por el entonces presidente Bill Clinton.
Clinton -obligado por las circunstancias-, tuvo que entregar personalmente en el acto inaugural, un premio asignado por el COI a nuestro Teófilo Stevenson, por su condición de tricampeón olímpico.
El apoyo de Pastores por la Paz ha sido inquebrantable; por eso, al enterarnos de una nueva visita a Cuba, quise rendir modesto tributo a Lucius Walker (1930-2010) con estas sencillas anécdotas.
Walker se destacó en todos los ámbitos por la defensa de la Revolución cubana, haciéndola suya desde los primeros momentos porque no fue solo un pastor por la paz, sino un hombre que abrazó sólidamente la causa por un mundo mejor que tanto promovió el líder histórico de Cuba, Fidel Castro.
arb/ndm