En declaraciones a Prensa Latina, aludió a los influjos de la luz solar, las diversas tonalidades del océano y la complicidad del viento, sumado a multiplicidad de elementos apropiados de las técnicas orientales y la estructura compositiva característica del arte en esa región.
Desde mediados de la década de 1980 Fong, natural de la provincia de Camagüey, expresa ese sincretismo más allá de su nombre, en sus piezas las palmas cubanas nacen de caracteres chinos y la poesía visual combina a campesinos con dos conceptos del taoísmo: yin y yang.
La ilustradora explicó cómo la idiosincrasia, raíces y espiritualidad de ambos países «corre por sus venas», y la serie Remolinos y ciclones, expuesta por primera vez en Galería Habana, involucra la fuerza interior de ese fenómeno meteorológico con los gestos caligráficos asiáticos.
Su paisajística resulta un maridaje cultural de líneas, pinceladas y colores que recibe la herencia de los dos territorios, si bien la sensibilidad e inclinación por el arte le llegan especialmente de su padre, rebautizado como Francisco y procedente de la extensa ciudad portuaria de Cantón.
“Desde pequeña él nos transmitía sus valores y costumbres. Tenía siempre una mirada lánguida mientras recordaba a su país de origen, quizás por la añoranza de un posible regreso, y despertaba en nosotros mucha curiosidad cómo él sacaba todas las cuentas con el ábaco”, evocó.
Según Fong, durante la época de la pandemia de Covid-19, la figura humana, obviada de sus composiciones pictóricas desde hace varios años, resultó el medio de expresión mediante su serie Nasobuqueñas, tributo de cromatismos y abanicos a la mujer cotidiana y reflejo del dramatismo social.
Esa colección reciente, sumada a otras anteriores como la del tabaco, frutas y girasoles, refleja rostros de féminas incluidos dentro de la plástica en la mayor de las Antillas, sobre todo, la Gitana Tropical de Víctor Manuel, y, actualmente, proyecta su recorrido por China.
Flora visitó en cuatro oportunidades la nación asiática con diferentes proyectos y exposiciones, la primera de ellas en 1989, y en todas las oportunidades advirtió la constancia, sacrificio, desarrollo, disciplina, crecimiento y transformaciones de esa sociedad.
“Tengo ese sedimento y formación, perceptible en mi voluntad creadora, fuerza expresiva y la seguridad de mis trazos. Ello alimenta mi alma e impulsa la concepción de nuevas obras”, concluyó Fong quien sueña, además, con el Premio Nacional de Artes Plásticas.
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