Desde el céntrico parque Céspedes y a lo largo de varias arterias, se fundieron distintas generaciones en un haz que evocó aquellos minutos trascendentes que hace 65 años tuvieron su clímax en el cementerio de Santa Ifigenia, adonde fue llevado el cuerpo sin vida del joven clandestino.
Como ocurrió en aquella tarde de martes, ante la muchedumbre que pasaba, con enormes banderas cubanas, desde los balcones aledaños flamearon también esas enseñas sobre las cuales cayeron pétalos de rosas.
Durante este Día de los Mártires, en tributo a Frank y a su compañero Raúl Pujol, igualmente abatido aquel día, y al jefe guerrillero René Ramos Latour (Daniel) que un año después fue ultimado por el ejército de Fulgencio Batista, fueron diversas las muestras de rememoración y vigencia.
Sitios como el Callejón del Muro y la Placita de los Mártires fueron ámbitos propicios para esos gestos, al igual que lo fue la tumba en la necrópolis patrimonial, donde fueron colocadas flores frescas en nombre del General de Ejército Raúl Castro y del presidente, Miguel Díaz-Canel.
En el Museo de la Clandestinidad, antigua estación de policía que fuera epicentro del levantamiento armado de la ciudad el 30 de noviembre de 1956 bajo el liderazgo de Frank, fue abierta una exposición de fotografías desde las cuales se palpan ángulos nuevos en la iconografía del héroe.
Como siempre para esta fecha, la ciudad ha vuelto a vibrar con el recuerdo de sus hijos, cuyas vidas fueron segadas en plenitud en una lucha cruenta contra la dictadura y por zafar las cadenas del sometimiento y la dependencia neocolonial en una república mutilada por la injerencia estadounidense.
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