Por coronel (r) Nelson Domínguez Morera (Noel)
Ocupó responsabilidades en la Seguridad del Estado
A pesar de las tensiones provocadas por la cercanía de las jaurías policiales que intentaban capturarnos, encontraba resquicios para burlarse de ellos gritándoles improperios aun dejándoles una polvareda de fuga después de la lluvia de pedradas con las que solíamos enfrentarlas.
Y no solo porque fuera el único de los dotados artísticamente entre los complotados; había otros como el inolvidable Luis Alberto García, padre, y su esposa Yuya, o el más viejo Hilario de Armas, todos aficionados en el aún incipiente grupo de teatro de la escuela que después del triunfo de la Revolución se profesionalizó denominándose Esproco, a partir de las iniciales del plantel.
Su potente y grave voz de barítono, que denominábamos “El Vozarrón”, sobresalía en el entorno conspirativo con una que otra burlona osadía como aquella de satíricos villancicos: “Cascabel, cascabel, lindo cascabel / ya llegó Fidel pa’ sacar a los hijos de puta del poder”.
Acontecida la victoria el Primero de Enero de 1959, Noel García fue pionero en la inscripción para la llamada Reserva Estudiantil Revolucionaria que organizamos a manera de milicia popular en la EPCH desde inicios de 1960.
Participó activamente en los entrenamientos militares con un capitán del Ejército Rebelde de origen francés, al que llamaban por el seudónimo Dominique, quien no estuvo exento de discretas y mórbidas burlas dado el marcado acento gutural.
Después, cada uno tomó su vía; él logró materializar con sumo éxito su afán intelectual, incluso transmutándose con su archiconocido nombre artístico, dejando atrás el patronímico de Pablo Noel García Betancourt que sus padres le dieron tras nacer el 30 de junio de 1941.
No solo brilló en las tablas teatrales, sino también en televisión, radio, hasta el buen cine, con vasta y reconocida obra que dejaré a otros enaltecer para seguir con particulares anecdotarios.
SIEMPRE JOCOSO
Coincidimos algunas veces en sus predios, recuerdo durante la filmación de Patty Candela y en uno que otro capítulo para la serie policial Días y Noches, donde cada vez que me divisaba tendía jocoso a cuadrarse militarmente espetando con su atronadora voz: ¡Firmes que llegó el Coronel de la autoridad gedociana!, en alusión humorística al G-2, como se solía llamar al órgano de la Contrainteligencia del Ministerio del Interior.
A continuación venía el estrepitoso abrazo y eventuales gracejos solo de su parte porque nunca fui bueno en esa arista, aunque cada vez que lo vislumbraba regodeando alguna mulata, le amenazara con decírselo a su esposa, la archiconocida María Caridad Colón, la primera mujer campeona olímpica de Cuba y Latinoamérica.
Casi siempre terminábamos, vencidas las filmaciones o entre actos, “conspirando” con camaradería entre eventuales sorbos de ron añejo para “solo consumir productos cubanos”, como solía decir jocosamente aunque con la mayor seriedad aparente en su rictus facial o lenguaje corporal, también característico en él.
Dejé de verlo hace bastante tiempo hasta convenir por última vez desgraciadamente en un evento luctuoso de abril de 2018, en el velorio de un amigo común, también inclinado a las artes percusionistas, el general de brigada Adalberto Rabeiro.
Allí volvió a sus andanadas insólitas, separándome en un aparte me dijo: “Mis negros de los Muñequitos de Matanzas, el Tosco y el rumbero Santiaguito quieren sonarle un toque de santo de despedida… Quise decírtelo misteriosamente pa’ que piensen que estoy metiéndote un chivatazo”.
A mí siempre hermano Pablo Noel -quien falleciera en la noche del 20 de julio-, no lo olvidaré, siempre innovándose con su sobria apariencia y engalanada voz estrepitosa, su “vozarrón” interfoliando e imbricando alguna peculiar coña de humor negro que nos conduce a rememorarlo siempre.
arb/ndm
