Por Ania Terrero Trinquete
Redacción Económica
Las blockchain o cadenas de bloque sustentan a las criptomonedas como alternativa financiera, pero constituyen por sí mismas un importante avance criptográfico que puede contribuir a la automatización de muchos procesos en la salud, la economía, la industria biofarmacéutica, la educación, los trámites legales y el arte, entre otros.
Funcionan como bases de datos que usan la criptografía y un sistema descentralizado de miles de computadoras para almacenar información no modificable, donde se pueden crear réplicas virtuales de objetos y procesos de la vida real, explica a Prensa Latina el investigador del Grupo Blockchain del Instituto de Criptografía de la Facultad de Matemática y Computación de la Universidad de La Habana (UH), Alexi Massó.
Desde su perspectiva, el potencial de esta tecnología parte de cuatro pilares fundamentales: en primer lugar, el uso intensivo de la criptografía -superior al de otras alternativas para desarrollar softwares- garantiza un nivel de ciberseguridad muy elevado.
Además, la información depositada allí es inmutable con carácter retroactivo, no se puede modificar. “Es decir, si tú pusiste un dos y era un tres, puedes cambiarlo y se arregla, pero queda la memoria del error inicial”, argumenta.
Por otra parte, constituye un sistema descentralizado de alta disponibilidad conformado por varias computadoras (nodos), donde todas tienen una copia exacta de la información. De ahí que si una de ellas es disfuncional, las otras asumen los procesos sin que el usuario intervenga.
Finalmente, ofrece la posibilidad de desarrollar aplicaciones anónimas, seudoanónimas o con identificación. “En algunas puede que no necesites identificarte, como las billeteras para criptomonedas, y en otras la blockchain puede exigir autenticación y en función de eso establecer niveles de acceso”, amplía el experto.
Según Masó, esos pilares conforman un nuevo paradigma dentro de la informática: la programación descentralizada, una tecnología muy adecuada para resolver problemas previos y otros que quizás aún no se plantean.
Al respecto, el doctor Miguel Katrib, director del Grupo Blockchain de la UH, identifica como principal desafío que los potenciales usuarios localicen los escenarios donde se pueda aplicar la tecnología blockchain.
“Este no es un producto que se pueda enlatar y vender, el cliente tiene que estar involucrado para diseñarlo a la medida”, indica.
En el caso específico de la economía, ambos investigadores reconocen campos específicos de acción como los sistemas de trazabilidad, de control de la distribución, de contabilidad o de pagos automáticos con ciberseguridad garantizada, entre otros.
UN GRUPO, MUCHOS PROYECTOS
Recientemente los especialistas Camilo Denis y Daniel Frías, del Grupo Blockchain del Instituto de Criptografía de la UH, realizaron un sistema de votación con esta tecnología para la elección de la presidencia del Consejo Latinoamericano de Matemática Educativa (Clame).
Sin embargo, la historia no empezó ahí. El equipo de académicos, coordinado por el doctor Katrib, investiga y desarrolla desde hace cinco años algunos de los principales proyectos cubanos que tienen a la blockchain como protagonista.
Al principio, realizaron varias charlas educativas para informar a empresas y sectores sobre las potencialidades del nuevo recurso, y en 2019, cuando las primeras ideas empezaban a dar frutos, llegó la pandemia de Covid-19; pero el trabajo no se detuvo.
“En temas de uso de la blockchain para sistemas de votación tenemos dos experiencias: una que aplicamos en la votación de la Sociedad Cubana de Matemática y Computación a finales de 2021, donde votaron alrededor de mil asociados distribuidos por todo el país, y la más reciente del Clame”, cuenta Katrib.
Desde su perspectiva, los sistemas de votación basados en esta tecnología pueden tener múltiples aplicaciones: no solo valen para elegir presidentes o miembros en un sentido más clásico, sino también para hacer encuestas y tomar decisiones, entre otros objetivos.
“El sistema garantizará la protección de seguridad para que varios requerimientos se cumplan: que nadie vote doble, que sea seguro y que no pueda ser alterado”, amplía.
Por otra parte, el grupo avanza en la creación de sistemas de trazabilidad que siguen el recorrido de productos tangibles o no por las fases de producción, transporte y almacenamiento, hasta los sitios donde finalmente se consumirán, facilitando la realización de auditorías, el control de la distribución y la detección de conflictos.
En ese camino, firmaron un contrato con las empresas Tecnomática y Cupet S.A. para desarrollar una aplicación que siga la traza del combustible de aviación, “un área muy sensible porque no puedes correr el riesgo de que la gasolina de los aviones tenga problemas y, si los tuviese, tienes que detectar dónde se originaron”, explica Katrib.
Además, trabajan con el grupo BioCubaFarma en una herramienta similar que controle el recorrido de los medicamentos cubanos desde su producción hasta los pacientes, y con el Banco Central de Cuba en otra que dé seguimiento a la comercialización de la deuda pública.
Relatan entusiasmados los convenios a punto de firmar con la empresa de Tecnologías de la Información para la Defensa (Xetid), para la realización de un monedero electrónico en la plataforma Enzona que facilite el pago con criptomonedas, y con el Ministerio de Educación Superior para el desarrollo de un sistema de titulación automatizado.
En paralelo, “estamos pensando cómo acompañar la política del país para la atención a personas vulnerables con tecnología blockchain, porque seguimos subsidiando productos cuando deberíamos subsidiar personas y eso se dice fácil, pero tiene que haber una tecnología que lo garantice”, agrega Masó.
En otras áreas de trabajo colaboran con el Comité Central del Partido Comunista para el desarrollo del proyecto Blockchain Cuba, cuyo objetivo es construir un consorcio de empresas nacionales que den vida y mantengan la infraestructura tecnológica de una blockchain para toda la isla, precisa Katrib.
“Nosotros como universidad tenemos el conocimiento, pero no la infraestructura; hay empresas que tienen infraestructura pero no el conocimiento; y hay empresas que no tienen ni infraestructura ni conocimiento pero tienen los problemas”, contextualiza.
Por tanto, la iniciativa busca un diseño cooperativo que dé soporte a las diversas aplicaciones por desarrollar y rinda posibles beneficios económicos, según la participación de los involucrados, amplía.
Además, todos estos proyectos no están divorciados de la superación académica de muchos especialistas, porque pueden convertirse en temas de investigación para maestrías y doctorados, asegura Katrib.
MIRANDO AL FUTURO
El Grupo Blockchain tiene un importante rol académico y fortalece cada vez más los vínculos con el empresariado cubano, pero también juega un papel de apoyo en la toma de decisiones gubernamentales relacionadas con esta tecnología.
“En el 2019 tuvimos una primera reunión con el presidente Miguel Díaz-Canel y le explicamos de qué iba esta tecnología, qué problemas podría contribuir a solucionar”, relata Masó.
Actualmente, el Instituto forma parte del grupo de criptoactivos del Banco Central de Cuba, encargado de verificar los intereses de quienes solicitan licencia para trabajar como proveedores de estos activos y emitir una opinión al respecto.
También integran el grupo de expertos del Departamento Económico Productivo del Comité Central y un equipo gubernamental de trabajo para el desarrollo de tecnologías de bigdata, inteligencia artificial y ahora, blockchain.
Ambos investigadores de la UH insisten en que quedan muchos caminos por explorar en lo referente a la aplicación de esta moderna tecnología, tal es el caso de la polivalente esfera turística o el campo de los registros públicos, entre otros.
No obstante, persisten varios desafíos para garantizar su correcto avance en la nación. En primer lugar, urge desarrollar un grupo de leyes que respalden las aplicaciones informáticas que se generen a partir de la blockchain. “Soy miembro de la sociedad de derechos informáticos y ya se discute, pero queda camino por recorrer”, reconoce Katrib.
De igual modo, es necesario ampliar el capital humano especializado en estas herramientas, a través de cursos y otras alternativas que contribuyan a difundir los conocimientos.
“Todos estos proyectos los estamos sacando adelante muy pocas personas. Apenas unos cuantos expertos para atender múltiples líneas de trabajo con una tecnología joven, que requiere de conocimientos específicos”, insiste Masó.
No obstante, identifica un escenario ideal para su desarrollo: nuestros especialistas están en el estado del arte, hay voluntad política expresada por el presidente y muchos proyectos ya están caminando, enumera.
Katrib lo confirma: “Este es un tren donde todavía tenemos posibilidades de montarnos. En otras tecnologías perdimos la oportunidad, pero en esta no”. Y ya están en marcha.
arb/att