Comidas típicas, música popular bailable y pequeñas expoventas de artesanías, ropas y perfumes caracterizaron las propuestas del evento, cuyo nombre evoca los lazos de hermandad entre los dos pueblos.
En los años 1980, el Festival de la Toronja era la fiesta más esperada en la Isla la Juventud (en el sur del archipiélago cubano); y «a nosotros nos encantaba ir”, relató a Prensa Latina el caimanero Alfredo Boavida.
Para los habitantes del pueblo, “los becarios extranjeros no éramos extraños, disfrutábamos y comíamos como cualquier pinero (oriundo de la zona) y, en esos días de feria, mi plato favorito era el fricasé de puerco”, agregó el actual presidente de la Asociación de Precadetes y Cadetes (Assopreca).
Según opinó, la directiva de los Caimaneros tuvo una buena idea al proponer este encuentro, con la aspiración de sumar, en futuras ediciones anuales, a más amigos de la Revolución Cubana.
La toronja es “un símbolo en nuestras vidas”: el aprendizaje de la escuela al campo, los tiempos de estudio en Cuba, pensando en el futuro de Angola, “la fruta fresca a la mano cuando teníamos sed o hambre” y una experiencia marcada por la impronta internacionalista de Fidel Castro, respondió el representante de Assopreca.
Al decir de José Condesso de Carvalho, uno de los coordinadores de la iniciativa, los Caimaneros tienen previstas otras actividades de confraternización en el transcurso de 2022, incluidos intercambios deportivos.
“Están invitados todos los amigos de los Caimaneros y los que viven haciendo lo mejor por Cuba, para recrear la cultura, la gastronomía, la música, los sentimientos de dos pueblos juntos por un mismo camino”, dijo a Prensa Latina.
Ngelesi Mona Wotchilongo (hijo de la tierra en el idioma de los Nyaneka Humbi) llevó sus creaciones a la feria: collares, pulsos, cintos y otras piezas hechas de cuentas, madera, fibra vegetal y piedra, «donde todo tiene su significado”, contestó el joven, proveniente de una etnia de origen bantú en la sureña provincia de Huila.
Sus explicaciones acerca de la espiritualidad de la cultura africana ganaron la atención del público: cubanos y angoleños compartieron allí experiencias sobre atuendos y creencias cuando piden salud, fertilidad, buena suerte y protección contra los malos ojos, porque “usamos nombres diferentes, pero son la misma cosa”, observó Mona Wotchilongo.
Al convite inicial de este fin de semana acudieron integrantes de la asociación de los Caimaneros, adolescentes y jóvenes angoleños en calidad de activistas, directivos de otras organizaciones de solidaridad con la isla, diplomáticos y colaboradores de la nación caribeña.
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