Los especialistas Yosbel Hernández y Zenovio Hernández fueron los encargados de guiar el diálogo que aconteció en el centro cultural Zona de Arte de la urbe y contó con la presencia de otras figuras defensoras de la inclusión en dicho movimiento musical.
De acuerdo con los analistas, en el gremio «se evidencia un enfoque de género marcadamente desprejuiciado» que se manifiesta en la creación de obras con calidad poética, musical y letras acerca del empoderamiento de la mujer y el respeto a sus derechos.
Entre las mujeres que se dedican a la creación trovadoresca en Cuba se encuentra la joven cantautora Yeni Turiño, quien aprovechó para hablar sobre sus experiencias y compartir los resultados de su tesis sobre la femineidad en el proyecto musical Trovuntivitis, de Santa Clara.
Durante el intercambio, las trovadoras Marta Campos y Heidi Igualada ahondaron también en la vida y obra de la compositora, cantante cantante guitarrista Sara González, a propósito de cumplirse este año 10 años de su muerte.
Las intérpretes destacaron sus cualidades humanas y artísticas, al tiempo que exaltaron el trabajo que realizó González para lograr mayor inclusión de las mujeres en el Movimiento de la Nueva Trova, del cual fue uno de sus principales exponentes.
El encuentro devino momento oportuno para presentar el disco de la colección memoria Sara siempre que rinde tributo con 52 temas a la autora de los títulos Cuatro cosas (1982), Con un poco de amor (1987), Con apuros y paciencia (1991), Si yo fuera mayo (1996) y Mírame (1999).
Hasta el 5 de agosto tiene lugar La Jornada de la Canción Política que en esta convocatoria recuerda también los 50 años la Nueva Trova, un movimiento que marcó con melodías y textos progresistas la historia de Cuba.
Durante la fiesta, impulsada por la Asociación Hermanos Saíz, se realizan conciertos, exposiciones, puestas en escena, lecturas de poesía y un espacio teórico que también evocará al compositor santiaguero Ñico Saquito, devenido máximo exponente de la guaracha cubana.
El evento nació en 1976 por idea del trovador Lorenzo Cisneros (Topete) que se propuso, junto a un grupo de amigos, honrar la memoria de los miembros del Movimiento 26 de Julio caídos en Guantánamo el 4 de agosto de 1957.
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