Natural de la ciudad de La Habana y con cierta influencia musical, Formell se encargó de hacer su camino al andar a base de prueba y error, estudiando, escuchando y fusionando con cuántos géneros y estilos encontró.
Al decir de los especialistas, Juanito removió las corrientes musicales con un sello auténtico e incorporó nuevos elementos electroacústicos, dando mayor protagonismo a la batería y los trombones.
Con su estilo llegó la evolución del formato charanguero y se definió el camino de un nuevo concepto conocido como timba y songo, géneros ahora fusionados con otras sonoridades sobre la base de los recursos expresivos del son.
En su orquesta, la emblemática maquinaria de Cuba que lleva por nombre Los Van Van, el bajista puso a prueba sus experimentos sonoros y composiciones, devenidas auténticos retratos de su tiempo e incluso de una época posterior.
Fue en 1969 que la agrupación debutó en la avenida de 23 y P, en las inmediaciones del vedado capitalino, y desde entonces, sus canciones se volvieron emblemáticas para el pueblo cubano, sobre todo por sus auténticos y populares estribillos. Juanito habita en la historia musical de la isla y en varias generaciones de cubanos y extranjeros que bailaron, y aún lo hacen, al ritmo de songo y timba, Recíbeme, Que no te dé por eso, El agua, Me mantengo, Control, Eso que anda.
Mas no fue solo la música bailable la que le mantuvo ocupado. De acuerdo con el investigador Rafael Lam, en más de medio siglo de trabajo creó también baladas, música para documentales, cine, TV, teatro; además de la producción de orquestaciones y discos.
En su quehacer destaca la musicalización de los versos del Poeta de Cuba, Nicolás Guillén y la música en la obra La barbacoa (1984, dirigida por Abraham Rodríguez) y Vivir en Santa Fe (1986, del dramaturgo Nicolás Dorr).
Su labor en el séptimo arte se aprecia en las bandas sonoras del filme Los pájaros tirándole a la escopeta (1984) del cineasta Rolando Díaz, e incursionó en la televisión en el programa La rueda de casino (1992, de José Milián).
El padre de Marilú, uno de sus populares temas estrenado en sus inicios musicales, falleció el 1 de mayo de 2014 pero fue una partida terrenal que no acabó con su dimensión espiritual ni la grandeza de su obra.
Entre los reconocimientos que obtuvo se encuentra el Premio Nacional de Música en 2003 y el galardón Mundial Especial de la Música otorgado por el jurado de la World Entertaiment Organization en 2008.
Asimismo, mereció el Doctorado Honoris Causa del Instituto Superior de Arte de Cuba en 2010, el Premio WOMEX al Artista 2013 en reconocimiento a su excelencia musical e inspiró el Festival de la Timba Por siempre Formell, creado en Cuba en 2019.
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