Según el pronóstico, en la tarde de este miércoles llegará el pico del episodio canicular precedido por los registrados en junio (precoz por la época del año) y a principios de julio, cuando quedaron atrás varios récords de temperatura y el termómetro superó los 40 grados en diversos territorios.
La jornada se perfila con 35 grados centígrados en una buena parte de los departamentos franceses, sobre todo del sur y del oriente, con 39 grados en la suroccidental Burdeos y en la suroriental Montélimar.
De acuerdo con Météo France, ya el comienzo de esta mañana resultó más cálido que de costumbre en ciudades como Niza (24 grados centígrados), París (20) y Lyon (19).
El fenómeno mantiene en alerta naranja, el segundo nivel más alto, a 26 departamentos, situados fundamentalmente en el sur y el oriente, donde no se descarta el establecimiento de la vigilancia roja.
Las autoridades instan a la población a mantenerse bajo resguardo e hidratada, a evitar los ejercicios físicos fuertes y el alcohol y a atender a las personas más vulnerables.
Cada canícula en Francia genera preocupación y trae a la mente la registrada en 2003, a la que se atribuyen 15 mil muertos.
En la presente temporada el calor representa una amenaza particular, la de atizar los incendios forestales, al combinarse con una intensa sequía y los vientos.
Desde mediados de julio, varios departamentos lidian con fuegos que devastaron ya más de 20 mil hectáreas de bosques y obligaron a evacuar a miles de personas, sobre todo en el sur del país.
Mañana ingresará una masa de aire fresco y húmedo por el norte francés, que bajará las temperaturas en esa mitad, pero en el sur seguirán elevadas hasta el fin de semana.
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