Todos los caminos conducen a Roma, donde el nativo de Bucarest detuvo ayer los cronómetros en 46 segundos y 86 centésimas durante el XXXVI Campeonato Europeo de Natación, la misma ciudad en la que Cielo asombraba al planeta en 2009 con su 46,91, en un certamen mundial que devino festín de nuevas marcas (43) gracias al avanzado atuendo.
Con el torso desnudo y la ajustada bañera de tela que llega casi a la rodilla, el delgado atleta de 190 centímetros y pómulos pronunciados abrió quizás una nueva era, en la que el rey de las piscinas no será un australiano o un estadounidense, aunque sigamos recordando por siempre los apellidos Phelps, Spitz y Thorpe, sin olvidar tampoco al ruso Popov.
Popovici nadó los primeros 50 metros en 22,74 segundos, dos centésimas por detrás del francés Maxime Grousset, pero en las segunda parte de la prueba reina cortó el agua cual delfín para superar al estelar húngaro Kristof Milak (47.47), un mariposista que incursiona en la libre con la misma hambre de gloria que el rumano.
El traje de poliuretano cambió en 2009 a este deporte para mal, al otorgar más de 50 centésimas de ventaja a los tritones y las ondinas, por lo que ese mismo año la Federación Internacional de Natación (FINA) lo prohibió, sin borrar los récords realizados con la citada ayuda.
La marca impuesta por el joven nadador, monarca mundial en 100 y 200 metros hace unas semanas en Budapest, hace justicia, sin dejar de reconocer que el brasileño Cielo fue un fuera de serie de su tiempo, campeón olímpico de Beijing-2008 en 50 y varias veces titular universal.
“Yo solo pensaba en ir rápido y divertirme, eso era todo”, dijo el recordista después de su extraordinario resultado, por el que se declaró muy feliz.
Con la legendaria marca de Cielo superada, las miradas se centran ahora en el extraterrestre tiempo logrado en el propio campeonato mundial de Roma-2009 por el alemán Paul Biedermann en los 200 metros libres, un minuto y 42 segundos.
Si alguien puede borrarla, es Popovici, aunque no parece posible que sea en el torneo en curso en la capital italiana, porque en honor a la verdad ese tiempo del germano parece de otra galaxia.
En el mundial de Budapest-2022, el rumano de 17 años se coronó con un minuto, 43 segundos y 21 centésimas, la tercera marca de la historia, por detrás de Biedermann y del francés Yannick Agnel, con 1:43,14.
Hasta dónde llegará el delgado joven nadie lo sabe, pero sin dudas será bien lejos y ya Poseidón lo mira con recelo desde el Olimpo.
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