Luego de dos años de parada debido a la Covid-19, la población quedó dividida en dos bandos; uno azul, integrado por el barrio La Narcisa y representado por El Gavilán, y otro rojo, La Norte, con su símbolo El Gallo.
Cada distrito presenta su carroza, comparsas y lanzamiento de fuegos artificiales, para demostrar lo mejor de la idiosincrasia heredada de sus antepasados, desde la creatividad, colorido, juego de luces y bailes y así conformar un espacio para la diversión y el disfrute de todos.
Las parrandas figuran entre las fiestas más arraigadas en la tradición popular cubana, y las de Chambas, en la provincia de Ciego de Ávila, florecieron en 1935, tomando como referencia las surgidas en el cercano San Juan de los Remedios en Villa Clara, en 1920.
Siempre en el mes de agosto y coincidiendo con la etapa de verano, durante tres días el público toma las principales calles de la localidad, arrollando en conga, portando carteles y la bandera de cada barrio para ofrecer un espectáculo único, y agradar tanto a los nativos como al visitante que llega para la ocasión.
La conga es el elemento unificador de los festejos y mantiene su toque original, interpretado por músicos que siguen el legado de los fundadores, quienes conservan los tradicionales instrumentos, como son el tambor, las tumbadoras, los bongoes y el empleo de tubos de metal.
El sábado es el día de mayor esplendor dentro de las parrandas, con la salida en la noche de las gigantescas carrozas, en las que resaltan el ingenio, la fantasía y la creatividad de sus fabricantes, además, ejecutan el lanzamiento de los fuegos artificiales.
Con una sana rivalidad y una disputa amigable entre El gallo y El Gavilán, el pueblo de Chambas tiene la única misión de mantener viva esa tradición cultural cubana, hoy con más de dos siglos de existencia y Patrimonio Intangible de la Humanidad, otorgado por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
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