Talleres de origami, sesiones audiovisuales y concurso de historietas se han desarrollado desde el inicio, el miércoles último, con la participación de artistas santiagueros y seguidores de las diversas expresiones de la espiritualidad y las tradiciones de la nación asiática.
Una de las actividades principales fue la muestra colectiva Vuelo del este. Un canto por la paz, en el Centro provincial de Artes Plásticas y Diseño, que contó con la presencia del Encargado de Negocios de la embajada nipona, Naoki Yokobayashi.
Precedentes de estas jornadas son la celebración en el 2013 del centenario de la llegada del primer japonés asentado en esta urbe, Keniche Fujishiro, quien fundó una familia que perpetúa ese legado, patente en el libro Un japonés en Santiago de Cuba: una historia de amor.
Escrito por su nieta Lidia Sánchez Fujishiro, historiadora y profesora de la Universidad de Oriente, el texto fue presentado en el preámbulo del comienzo de la rememoración de los 400 años de la presencia japonesa en Cuba, en el 2014.
Seis años después, la investigadora santiaguera recibió la Orden del Sol Naciente, Rayos de Plata, conferida por el gobierno de Japón en atención a sus empeños por el conocimiento y la difusión de esa cultura milenaria.
En sus palabras de agradecimiento, Sánchez Fujishiro evocó a su abuelo, como uno de los tantos hombres y mujeres de aquel país que durante casi medio siglo llegaron a Cuba en busca de progreso y con la ilusión de retornar a su amada tierra.
mem/mca