Para María Antonieta Jiménez, Historiadora de la Ciudad, uno de los detalles más significativos es su acervo musical, donde convergen como en la arquitectura sus encantos moriscos, de lo colonial a la modernidad.
Sus calles empedradas, palacetes y su caudaloso Yayabo, son testigos de los toques de tambores africanos, de una danza española o del rico folclore de las Islas Canarias, de donde más del 30 por ciento de la población espirituana tiene sus ascendencias.
La villa es cuna de trovadores, tríos, coros y parrandas que comparten sus creaciones en eventos locales, escuelas, programas en zonas de la montaña y son parte de los momentos musicales de centros turísticos.
José Cardoso, más conocido por Lalito, dijo a Prensa Latina que la trova -junto a la música campesina- son de los géneros más tradicionales en la tierra del Yayabo. El primero, afirmó, alcanzó su máximo esplendor entre finales del siglo XVIII y el XIX.
En ese periodo, acotó, Sancti Spíritus coloca en el pentagrama mundial Pensamiento, reconocido Himno de Amor de Rafael Gómez Mayea (Teofilito) y la canción Mujer Perjura, de Miguel Companioni.
Otros de los grandes aportes fueron las comparsas, con música callejera, al ritmo del cencerro, güiro y metales, en el pasado eran protestas al maltrato del conquistador y la prohibición de sus creencias.
Ediciones Luminaria recoge varios títulos de referencia, uno de estos sobre la historia del Santiago Espirituano, que data del siglo XVIII y Yayabo está en la calle. Historia de las comparsas, congas y pasacalles en Sancti Spíritus (2019).
Los creadores Eliene Fonseca, Carlos Manuel Borroto y Sixto Edelmiro Bonachea nos remontan a sus orígenes, apegados a las raíces de la identidad local.
Es un viaje a la cuna de las festividades tradicionales donde sobresalieron personalidades como Juan de la Cruz Echemendía, Justo Álvarez, Fausto Venegas y Vicente Judas, entre otros.
Se recuerda a los directores de los cortejos de Pueblo Nuevo, César Augusto León Campos (Mundamba), Secundino Agüero, David Pérez o Raimundo Valle Pina (Nené), del Barrio de Jesús María, donde en las noches cobraban ritmo los cabildos, congas y pasacalles espirituanos.
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