En su perfil en Twitter, el mandatario apuntó: «Estaba en la flor de la vida cuando el odio y la cruel intención de sembrar el terror en esta tierra, pusieron fin a sus proyectos».
Aquel 4 de septiembre de 1997, Di Celmo se convirtió, a sus 32 años, en una de las víctimas de la escalada de terror promovida por Luis Posada Carriles y la Fundación Nacional Cubano Americana contra Cuba, como parte de la estrategia estadounidense destinada a frenar el desarrollo turístico en la isla.
El estallido de un artefacto explosivo colocado en el lobby del capitalino hotel Copacabana segó la vida de Di Celmo, y otras instalaciones como los hoteles Tritón y Chateau-Miramar, y el restaurante La Bodeguita del Medio, sufrieron daños materiales, como resultado de acciones similares.
Para llevar a cabo su plan, los autores intelectuales reclutaron a Raúl Ernesto Cruz, de nacionalidad salvadoreña, quien tras su detención por las fuerzas de la Seguridad del Estado reconoció su culpabilidad e identificó a quienes le entrenaron y pagaron para cometer esos actos.
Desde 1998, una tarja en memoria de Di Celmo, colocada en el lugar de los hechos, recuerda la barbarie de los enemigos de Cuba. oda/evm