Aunque su altar se encuentra en la Basílica Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, en un poblado del mismo nombre a unos 20 kilómetros de la ciudad de Santiago de Cuba, cada 8 de septiembre los cubanos oran, hacen promesas y piden deseos en su nombre en cualquier parte de la nación e incluso fuera de ella.
El color amarillo es usado para venerarla y en no pocas viviendas cubanas se puede encontrar un pequeño altar dedicado a la virgen, a la que sus devotos le ruegan por estabilidad en sus relaciones amorosas, salud, mejorar sus finanzas, viajar, e incluso le imploran por causas muy difíciles.
Fue coronada canónicamente por el papa Pío XI el 30 de diciembre de 1936 y lo mismo hizo en un viaje a Cuba el santo pontífice Juan Pablo II en 1998.
También en 2015 visitó el santuario el papa Francisco, quien al llegar a Cuba expresó que visitaría el lugar “como hijo y como peregrino, para pedirle a nuestra Madre por todos sus hijos cubanos y por esta querida nación, para que transite por los caminos de justicia, paz, libertad y reconciliación”.
Según recuentos históricos, su imagen apareció en 1612 o a principios del 1613, en la Bahía de Nipe, la mayor de Cuba, situada en la costa norte de la región oriental de la isla.
Fue avistada por tres esclavos: un muchacho negro de 10 años (Juan Moreno) y dos hermanos de pura sangre india (Juan y Rodrigo de Hoyos), que trabajaban como esclavos en las minas de cobre de la región. El trío fue bautizado por la imaginería nacional como “los tres Juanes”.
En un relato que se conserva en el Archivo de Indias de Sevilla, hecho bajo juramento eclesiástico “setenta y cinco años después del suceso”, el esclavo negro Juan Moreno contó cómo ocurrieron los hechos.
Según él, los tres fueron en busca de sal, divisaron la imagen de la Virgen con el Niño Jesús en brazos -la misma que hoy es objeto de veneración por los cubanos- que se acercaba flotando en una tabla, donde podía leerse la frase “Yo soy la Virgen de la Caridad”.
La celebración de la Virgen de la Caridad del Cobre y la de Oshún, orisha (o santa) de la religión yoruba, se celebran en la isla el 8 de septiembre bajo un mismo festejo, y es parte de la transculturación y el sincretismo religioso entre la religión católica y la yoruba que sucedió en la población cubana.
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