En una entrevista reciente, el artista plástico confesó que «aquí experimento la admiración, pero no la admiración esa de sentirme un ícono, sino el orgullo que siente la gente al saber que aquí hay una persona que es reconocida, nombrada… Incluso aunque no entiendan el arte que haces”.
Y ciertamente ha sido así, para los habitantes de esta urbe del oriente de Cuba, saberse coterráneos del prolífero creador es un privilegio, lo cual se evidenciaba en la asistencia numerosa a sus exposiciones y hasta en la capacidad de reconocer y apreciar las creaciones del también grabador, muralista, dibujante, ilustrador y maestro.
Tal como reflejó la Dirección Provincial de Cultura de Holguín, Cosme Proenza era dueño de una sui generis cosmovisión pictórica distinguible en el ámbito artístico contemporáneo, que deja un aporte sustancial a las artes plásticas cubanas a partir del estudio, investigación y reapropiación de los clásicos del arte universal.
Impronta que la ciudad hereda, también, en los murales existentes en el hotel Club Amigo Atlántico Guardalavaca y en el proyecto del Parque de los Tiempos, inaugurado el 13 de agosto de 2016, en saludo al cumpleaños 90 de Fidel Castro Ruz.
El sello holguinero Ediciones La Luz, perteneciente a la Asociación Hermanos Saíz, reconoció la pérdida para la cultura cubana que significa la partida física de Proenza, quien ostenta la distinción Maestro de Juventudes, que otorga esa organización a notables creadores.
Precisamente, el óleo sobre lienzo “Fidel” es la portada del libro de esa Casa, “Fidel Castro. Como una espada reluciente”, el cual recoge una cronología, a partir de 1958, de las visitas realizadas por el líder histórico de la Revolución Cubana a Holguín; además de crónicas, reportajes y una fotogalería.
Graduado de las aulas de la Escuela Nacional de Arte, en La Habana y del Instituto de Bellas Artes, en Kiev, Ucrania; Proenza plasmó su acuciosa investigación sobre los códigos del arte europeo, en series como Manipulaciones, Boscomanías, Los dioses escuchan y Variaciones sobre temas de Matisse.
Tal como destacaron instituciones culturales del territorio “su obra singular queda no solo en alumnos, colegas y entendidos del arte sino también en gente sencilla, que aprendió a admirarlo, respetarlo y sentirlo, con orgullo y parte de nuestra identidad”.
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