Promovido por Casa de las Américas, el recital deviene homenaje al fallecido trovador cubano Vicente Feliú, quien fuera uno de los promotores de la iniciativa materializada en el 2000 con la presencia de unos 82 cantores de varias partes del mundo.
«Solo Cuba por su pertinaz necedad revolucionaria a favor de la cultura, la trova y la Casa de las Américas, hubieran podido convocar a esta locura», escribió Feliú en una carta de agradecimiento que en aquel entonces entregó al director de la institución, Roberto Fernández Retamar.
El histórico momento, que sesionó en la Sala Che Guevara de la entidad regional, «tocó desde la trova más clásica hasta la que con aires finiseculares se sale de sus márgenes, experimenta y coquetea con el pop», según registró el blog Huellas en el camino del costarricense Diego Sojo.
Hasta allí llegó la Longina de Manuel Corona en las voces del propio Vicente junto a Augusto Blanca y se escuchó Perla marina a la manera de Alberto Faya y su grupo Siete de Corazones; además de Siempre será el amor, de Lázaro García y Hasta Siempre Comandante, escrita por Carlos Puebla.
La cita, que se extendió por cuatro noches, sumó también el talento de los cubanos Marta Campos, Manuel Argudín, Ariel Díaz, Diego Cano, Samuel Águila y de los mexicanos Pável Núñez y Leni Abreu, el español Pedro Alférez (España), el peruano Kiri Escobar y la argentina Silvina Tabbusch y muchísimos más.
«Este encuentro era un clamor de los cantores que se debaten en medio de búsquedas sobre las nuevas preguntas que trae consigo un milenio angustioso y discutiblemente probable (…) Un Canto de Todos ha quedado en los corazones de los que participaron y se proponen seguir», sentenció Vicente con toda razón.
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