Un día como hoy, pero de 1980, Tamayo -oriundo de la oriental provincia de Guantánamo- partió al espacio como parte de una tripulación conjunta cubano-soviética.
Según apuntes históricos, el cohete portador que colocaría en órbita la nave Soyuz 38 comenzó su trayectoria desde el cosmódromo de Baikonur, en Kazajastán, y esta realizó el vuelo hacia el complejo orbital Saliut seis.
En ese punto, Tamayo y su colega de misión, Yuri V. Romanenko, se reunieron con la tripulación residente de esa estación, integrada por los cosmonautas Leonid Popov y Valeri Riumin.
Gran parte del programa de investigaciones de la misión fue preparado por la Academia de Ciencias de Cuba y comprendía tareas científicas como el cultivo de los primeros monocristales orgánicos en microgravedad, utilizando azúcar cubano.
También fueron efectuados experimentos médico-biológicos, algunos de ellos sobre las causas del síndrome de adaptación al espacio, además de la exploración de la isla caribeña desde el espacio y su plataforma continental en la búsqueda de minerales y posibles yacimientos petrolíferos.
Concluido el programa de investigaciones, los cosmonautas trasladaron al módulo de descenso los materiales de los experimentos e investigaciones y regresaron a la tierra el 26 de septiembre de 1980.
A su regreso fue condecorado con la primera medalla honorífica de Héroe de la República de Cuba y en Moscú recibió la Orden de Lenin y la Estrella de Oro de Héroe de la Unión Soviética, condecoración otorgada por el gobierno soviético.
Al comparecer en el programa Pasaje a lo desconocido de la televisión cubana, Tamayo explicó que recibió un fuerte entrenamiento teórico y práctico por espacio de dos años y medio.
Puntualizó que hay ejercicios que no se pueden simular como la falta de gravedad.
Cuando se le preguntó como durmió en el espacio relató que en el cosmos «no hay arriba, ni abajo, ni derecha, ni izquierda, y el movimiento es independiente al de la tierra», puedes descansar en una pared de la nave, en el techo o en el piso.
Esto -aclaró- se hace con un saco de dormir y aguantado por un hilo que cuando se tensa impide que el flujo del aire interior de la nave no te mueva.
«El periodo de rotación es a una velocidad de ocho mil kilómetros por hora, que es la primera velocidad orbital, y demora nada más y nada menos que 90 minutos, es decir que en hora y media se le da la vuelta a la Tierra», señaló Tamayo.
Entonces sería 53 minutos de día y 37 de noche, pero nosotros establecimos en la nave el horario terrestre de Moscú, Rusia, dijo el general de Brigada de la reserva.
En una oportunidad, el primer cosmonauta latinoamericano declaró a Prensa Latina que los que tuvieron el privilegio de contemplar la pequeña Tierra desde el espacio están conscientes de la necesidad de su cuidado.
Aseguró que la Tierra es una nave espacial que lleva a bordo a millones de habitantes, y de no protegerla desapareceremos como especie.
Subrayó que el vuelo espacial a bordo de la Sayuz-38 con su colega Romanenko -promovido por el programa Intercosmos- no fue una hazaña personal, sino un triunfo de la mayor de las Antillas y de América Latina.
El 18 de septiembre de 1980 Cuba se convirtió en el noveno país en enviar una persona al cosmos desde el cosmódromo de Baikonur en la extinta Unión Soviética.
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