En declaraciones a Prensa Latina, la académica aludió a la necesidad y la importancia de profundizar en un hecho, insuficientemente revelado, que se adelantó 25 años a la intervención norteamericana en la guerra que libraban los independentistas cubanos para zafarse del yugo colonial español.
Apenas transcurrido un lustro del inicio de la epopeya por la libertad, en octubre de 1868, tuvo lugar el incidente que involucró a Estados Unidos, a España, Inglaterra y a los representantes de la insurrección en el archipiélago, al ser apresado el vapor que portaba suministros para Cuba, apuntó.
Indicó la doctora Portuondo, Historiadora de la Ciudad, que la preparación de ese libro se inserta en sus empeños por reflejar el devenir de esta urbe y del Caribe, con decenas de publicaciones y otros estudios, aún inéditos.
Desde finales del siglo XVIII y, sobre todo, durante la primera mitad del XIX, la potencia norteña ponía en marcha su propósito de apoderarse de la isla, un objetivo que se dificultaba por el poderío marítimo que para entonces todavía ostentaba el imperio ibérico, enfatizó.
La estudiosa calificó de ejecución despiadada y criminal, de una verdadera carnicería, los fusilamientos de 53 expedicionarios y la tripulación del barco, incluidos súbditos de Estados Unidos y Reino Unido y varios patriotas cubanos, entre ellos Bernabé Varona (Bembeta), quien lideraba la expedición.
Se refirió a los monumentos que en esta trama urbana evocan el hecho, principalmente el erigido en el cementerio patrimonial de Santa Ifigenia, como parte de una página triste que al final se solucionó con transacciones diplomáticas entre estadounidenses, españoles y británicos.
El 31 de octubre de 1873, el vapor estadounidense fue interceptado por la corbeta española Tornado con su carga humana y de alijos para la guerra independentista y, tras el consejo de guerra efectuado siete días después, fueron ejecutados 53 expedicionarios en esos inicios de noviembre.
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