Mediante un comunicado, los ciudadanos expresaron el respaldo al sistema gubernamental y se hicieron eco de las declaraciones del presidente Seyed Ebrahim Raisi ante la Asamblea General de Naciones Unidas, condenando cualquier conspiración, sedición y altercado.
En esta capital y en muy diversas regiones se multiplicaron las banderas y consignas mostrando su enérgico rechazo a las acciones desenfrenadas y reclamaron un actuar contundente contra los alborotadores por parte de la Policía y el Poder Judicial.
Desde la ciudad de Qom, a unos 140 km al sur de esta capital, miles de personas se movilizaron para condenar la profanación al Corán y los valores sagrados, con consignas contra los sediciosos y sus planes.
En Isfahán (centro de Irán) además, dijeron el último adiós a tres mártires repatriados, cuya identidad se desconoce, pero que cayeron durante la Defensa Sagrada (1980-88).
Las muestras de calle se replicaron en la ciudad norteña de Rasht, en las céntricas Yazd y Hamedan, también en Bandar Abás, al sur; así como en Shiraz y Yasuy, en la región suroeste.
Entre las consignas se escucharon “Muerte a sediciosos”, “Castiguen a profanadores de símbolos religiosos” y “Nos quedaremos con la Revolución hasta el último suspiro”.
Esta masiva congregación rememoró el aniversario del fallecimiento del Profeta del Islam, el Hazrat Mohamad, y el martirio de su nieto, el Imam Hasan (conocido como el tercer Imam de los chiíes) y a la vez, defendieron los ideales de la Revolución Islámica (1979) y los valores sagrados.
Esos hechos violentos se saldaron con 41 víctimas mortales, cinco de ellos uniformados, y más de un centenar de heridos; al tiempo que se reportan 23 vehículos calcinados, 61 ambulancias destruidas o quemadas y el ataque a cuatro estaciones de bomberos.
Los disturbios, condenados por las fuerzas populares, se suscitaron tras la muerte de la joven Mahsa Amini de 22 años, tras permanecer durante varios días en estado de coma.
Esa chica se desplomó mientras se encontraba en un salón de conferencias según un video, divulgado por las autoridades y captado por las cámaras de vigilancia, donde se aprecia cuando cae al suelo sin tener ningún contacto físico con los agentes.
Amini fue conducida a una comisaría en Teherán por la Patrulla de Seguridad Social y Moral de la Policía y debía ser parte del auditorio en una charla sobre el uso adecuado de las prendas femeninas musulmanas.
Tras el incidente, los altos responsables del país persa, ordenaron una investigación “minuciosa y urgente” de lo ocurrido, incluso el presidente Raisi expresó sus condolencias a los familiares y aseguró que dará seguimiento al caso hasta que se aclaren todas sus dimensiones.
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