El organismo tropical, que cruzó por el centro del territorio – el anterior que siguió esa ruta lo hizo en 1946- estuvo acompañado por rachas de viento de hasta 218 kilómetros por hora, mientras los pluviómetros marcaron 202.6 milímetros, el mayor acumulado.
Nos preparamos como de costumbre para este tipo de fenómeno, aseguramos el techo de la casa colocándole sacos de arena encima, pero la fuerza del ciclón superó todo tipo de barrera, comentó a Prensa Latina Orestes Cabrera, residente en la carretera a Luis Lazo.
El sonido del vendaval era aterrador, nos refugiamos por precaución en una vivienda cercana; al siguiente día regresamos y vimos los daños en la cubierta, la ropa y los colchones mojados, añadió su esposa, Dulce García.
«Por suerte, afirmó, no perdimos las planchas de fibra que el huracán torció o sacó de su lugar, así que logramos ubicarlas de nuevo en su posición, algunas personas vieron destruidos sus hogares, los frutos de muchos años, es muy triste».
Ian fue el duodécimo huracán de gran intensidad que fustigó la zona en los últimos 231 años, dejando tras sí una estela de devastación.
Estaba sola con mi hija, entre él y nosotras había solamente una puerta, pensamos que la derrumbaría, pero resistió, desde adentro sentimos su aliento, manifestó una anciana que vive en esta ciudad, capital de la provincia homónima.
Millares de viviendas del territorio sufrieron perjuicios, las autoridades cuantifican aún los daños.
Pinar del Río, distante 140 kilómetros de La Habana, quedó a oscuras luego de los embates de Ian.
Brigadas de varias provincias apoyan las labores para restablecer el servicio, que llega ahora al cinco por ciento de los clientes.
Hay mucho trabajo por hacer, demasiados estragos, lo primero era limpiar las vías, retirar árboles caídos y postes del tendido eléctrico, explicó un operario.
En las zonas de cultivo hubo significativas pérdidas, incluidas las áreas dedicadas a la producción tabacalera.
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