En Cuba se recuerda cada 6 de octubre uno de los atentados terroritas más horribles en la historia, uno de los tantos perpetrados contra el pueblo cubano, y que tuvo en el movimiento atlético la víctima principal.
Miembro de la delegación de 24 integrantes del equipo juvenil de esgrima de Cuba, ganador del Campeonato Centroamericano y del Caribe, que regresaba en ese fatídico vuelo, Inés Luaces, con apenas 20 años, no pudo disfrutar con los suyos tras el nefasto suceso.
Pocos minutos después del despegue desde el aeropuerto Seawell en Bridgetown, Barbados, rumbo a Jamaica y La Habana, personas de varias nacionalidades a bordo perdieron la vida.
En la más extensa región de Cuba, la figura de Inés Luaces se convirtió en símbolo, y hasta el año 2017 la que fuese la Escuela de Perfeccionamiento Atlético Provincial llevó el nombre de la esgrimista; y en la actualidad, el centro mixto de enseñanza secundaria básica y pre-universitario, situado en el mismo espacio, lo mantiene como identificación.
Además en el Centro de Iniciación Deportiva de Camagüey, cada año se rinde homenaje a su figura y a la de sus compañeros.
Por muchas décadas, el padre de Inés, Eladio Luaces Sánchez, vecino de la calle Jesús María, entre San José y San Martín, en la casa marcada con el número 121 en el centro de la ciudad capital, recibió en fecha similar, la visita de estudiantes y de la futura generación de atletas, en señal de apego y cariño a la figura de su hija.
La historia del movimiento atlético cubano lleva siempre con el suceso de Barbados uno de los estandartes de moral del pueblo antillano, que ha reconocido esta fecha del 6 de octubre como el Día de las Víctimas del Terrorismo de Estado.
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